lunes, 3 de mayo de 2010

Mi fé

¿Qué hace que la vida valga la pena? ¿La meta o el camino?

¿Qué hace que se justifique la existencia? ¿Alguien a quien amar? ¿Un propósito social? ¿Una realización profesional? ¿El éxito personal? ¿Un encuentro espiritual?

Esas preguntas surgen a lo largo de la vida de las personas. Pero aparecen 2 problemas junto a las posibles justificaciones. La primera va en el sentido de medición. ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuando saber si se ha alcanzado lo que se quería?

La segunda es mas profunda y problemática. ¿Quien dijo que había que justificar la existencia? Por lo mencionado anteriormente no me refiero a que no haya propósito. Esta es una opción más dentro de un menú de opciones. Darle justificación a la vida es opcional. Pero aseguro sin miedo a equivocarme que es la mejor opción.

No se viene al mundo con un propósito previamente designado o elegido. Eso seria aceptar que se viene de otro lugar. Que nuestra existencia es previa a la gestación. Que el cuerpo es solo un medio de paso para el alma que perdura por siempre. Claramente esto no ha sido posible comprobar bajo ningún método racional. ¿Como entender que se da por aceptada la teoría del big bang pero se sigue adorando a un dios? ¿O a varios? Creamos seres superiores pues al hombre le da pereza y pesar caminar su camino. Hacer el camino al andar.

Liderar es un trabajo duro, y más aun liderarse uno mismo. ¿No es mas fácil seguir a alguien mas? Así pues, no hay que explorar caminos desconocidos, ni perderse en espesas selvas de dudas. Así no se tendrá que naufragar en la ignorancia y menos aun subir montañas para ver mas allá del propio engaño.

Es más fácil seguir el camino plano, con una sombrilla que proteja del sol y de la lluvia, dentro de un paraje tranquilo, para llegar donde muchos han llegado. Los que lo caminan creen que llegar donde sus similares han llegado es el sentido de sus vidas. Creen que la salvación es la meta. ¿Salvación de que pregunto yo? Según recuerde no he hecho algo por lo que deba pagar. No he cometido ningún crimen que no pueda ser redimido por la ley del hombre. Es más cómodo seguir a un dios común, superior a nosotros, que a nuestro propio dios. Prefiero ser yo mi dueño y mi sirviente. Yo mi pastor y mi rebaño. Yo mi propio dios.

Me han preguntado si soy ateo. Me preguntan si soy satánico. Me preguntan que sucede si estoy errado.

Primero, no soy ateo. Alguien o algo tuvo que haber creado todo este lío, pero eso no quiere decir que el “creador” ande por ahí responsabilizándose de su obra, de su creación. Pero cuando dudas de la existencia de un dios, o de la responsabilidad del mismo sobre su “rebaño”, por ser alguien que desea algo más que obedecer, es natural en la gente, el categorizar, pues es su forma de entender lo que no se entiende. Clásico comportamiento social para entender al ser, y no al individuo.

Tampoco soy satánico. Al negar la existencia del viejo de barba y túnicas blancas con voz ronca, esta sobreentendido que el flaco rojo de cuernos y cola tampoco existe. La dualidad ha sido algo que ha existido siempre, y se aplica desde términos luz-oscuridad, blanco-negro, bueno-malo, hasta diablo-dios. Aunque me parece que si existiera el cuernudo de trinche, sería seguramente un tipo de mejor humor, amplio conocimiento y gran ritmo. Un ser mas "cálido".

Ahora que sucede si estuviera equivocado. Es fácil. El momento del juicio final, supuestamente cuando bajen los ángeles y todo se destruya, todos aquellos quienes se arrepientan serán salvos. Pues solo será cuestión de arrepentirse de "toda una vida de pecado" y subir al cielo.

Yo les pregunto lo siguiente. Que sucede si ellos se encuentran errados. Una vida llena de obras dedicadas a dios. Bautizos, comuniones, confirmaciones y matrimonios. Todos bajo la iglesia. Diezmos. Misas. Cruces en oro, plata y diamantes. Curas con grandes extensiones de terreno. Sentimiento de culpa en todo el mundo. ¿No les parece un gran negocio? ¿Y si el momento de morir, descubren que no hay tal "salvación"? O peor aun, no descubren nada porque solo se cierra el telón, se apagan las luces y todo queda en mas absoluta oscuridad y profundo silencio. No tendrían conciencia de nada, porque no ha habido un más allá. Si algún creyente pudiera regresar de tal lugar, lo más seguro es que se cabree como nunca nadie en su vida. Algo más grave que el niño que le dicen que existe santa claus, y se topa con que todo es un invento. O pudiera optar por una segunda opción, menos efectiva, pero más lógica: se pega un tiro.


Una vida de hacer las cosas por y para nosotros con la posibilidad de una improbable salvación y consecuente arrepentimiento al final de nuestros días, o una vida de devoción al "señor" y los consecuentes ritos (no hay como ponerlo de otra forma), para ganarte paz espiritual, y un sillón en el reino de la nada. En eso consiste el libre albedrío.

Ahorraré el tiempo de rezar en hacer. El de la fé por algo que no veo, ni escucho, ni siento, ni entiendo, por creer en mi mismo. En eso consiste una vida proactiva. No vivir para nadie, ni por nadie. Solo por y para ti. Y en el proceso, vivir para mí prójimo, la gente que quiero, seres de carne y hueso. En eso consiste ser dueño y señor de tu camino. En eso consiste apropiarte de tu existencia. Caminante, el tiempo sigue corriendo...