martes, 4 de enero de 2011

Sobre el año nuevo...

Todos nos propusimos alguna vez en algún momento de nuestras vidas alguna resolución. Y no hay lío en eso. El problema viene no por razón sino por situación temporal. ¿Por qué esperar al año nuevo? ¿Qué tienen de diferente el 31 de diciembre y el 1ro de enero del resto de días del año? Peor aún: ¿Nuevo año nueva vida? No era pregunta sino sarcasmo con forma de interrogación.

Todo esto lo escribo desde una discoteca de la carita de dios (a veces me pregunto si es que dios existiera, en su rostro ¿Habrían tantos baches y ebrios manejando?). La inspiración curiosamente llega después del 2do whisky, junto con las ganas de largarme de tal lugar. Pero como dicta la tradición (mi tradición) me tocará llegar al 7mo para no decepcionar a la barra libre ni decepcionarme.

Como todo se lo va llevando el viento (excepto la razón, la esperanza y el olvido) tengo que hacer un paréntesis en la línea del tiempo para que no se trague otro año más sin dejar constancia de un texto que proteste contra el recuerdo de lo mismo y la reproducción de la estupidez. Es decir, escribir contra todo lo ilógico, por razón y no por tradición.

¿Ropa interior amarilla? ¿Atragantarse de uvas en menos de 5 segundos? ¿Dar la vuelta a la manzana con una maleta? Sé que existen tradiciones que vienen desde mucho tiempo atras para que con un escrito se cuestionen (la la final como todo lo razonable en la vida, este texto también se perderá en el tiempo). Propongo nuevas tradiciones, en las cuales nadie utilice ropa interior, nos bebamos 1/2 litro de bourbon en menos de 5 segundos y nos demos la vuelta a la manzana saludando a los vecinos invitándolos a festejar en nuestro hogar.

¿Qué sucede con las resoluciones de año nuevo? Vamos por partes.

Una resolución de año nuevo es una hipocresía y una excusa.

Hipocresía porque tal resolución nuca se cumplirá por el simple hecho de que se hace por el momento y no por convicción. Y en caso de cumplirse llegará máximo hasta febrero, cuando las personas abandonarán la dieta, el gimnasio, la castidad o la fidelidad.

Excusa porque cualquier día es bueno para aferrarse y lograr una meta establecida, por lo que el aplazamiento de la misma a "el próximo año" solo demuestra la falta de fuerza de voluntad o de personalidad. Ambas predecesoras de la cobardía.

¿Quién nos hizo creer que el paso del 31/12 al 01/01 tenía el poder de darnos más fuerza o suerte? Seguramente un libro de autoayuda o un comercial de la coca-cola (ambos pudren el interior de una persona pero van bien con ron y limón).

He escuchado "nuevo año nueva vida" demasiadas veces. Sinceramente no creo que la modificación de un rumbo establecido por decisiones propias (buenas o malas, no importa), se vea regido por una fecha tan trillada. Lo dijo Kundera y lo dijo Nietzche; la vida no es más que la eterna repetición de lo mismo.

El cambio viene con la superación de lo preestablecido y no con bajar de peso o conseguir marido. Y mientras no me encuentre con una historia de borrón y cuenta nueva, seguire pensando que el año nuevo no es más que una excusa para quemar polvora, matar más pavos que en el naciemiento del "señor" y beber como si se acabara el mundo. Apoyo la última en caso de que el 2012 nos encuentre con más cerebro y huevos, que esperanzas fundamentadas en una fecha cualquiera...