domingo, 28 de agosto de 2011

Así que, ¿eres original?

Tomando una ducha, de esas que duran 5 minutos de media hora, me encontraba pensando acerca de lo irrepetibles, especiales y únicos que somos en el mundo. Mientras cerraba los ojos, y el agua tibia caía en mi espalda me sentí el dueño del mundo. Por lo menos el dueño de mi baño por fugaces instantes. Luego de una reflexión que no llevó más allá de lo que se termina el gas y vuelve a caer el agua fría, volví de mi utopía para enfrentarme con lo que venía venir: Nadie es original.

Desde el inicio de los tiempos han aparecido personas como ninguna otra, que reinventan el término humano y nos aportan cosas nuevas en todos los ámbitos. Pueden ser bueno o malos, pero jamás irrelevantes. Mientras esas escasas personas hacen los más grandes cambios en el mundo, nosotros vamos por la vida orgullosos de la poca cosa que somos.

Y es que, jamás nos detenemos a pensar que no somos únicos e irrepetibles. Tan solo un producto de la causalidad, el contexto sociocultural, el clima, el nivel socioeconómico, las capacidades personales de nuestros padres y algunos valores no cuantificables. Somos un rompecabezas hecho de piezas que correspondían a otras personas. Somos una agrupación de experiencias creadas por otros. Vividas por otros. Somos una imagen copiada de otras imágenes.

Mientras me miraba al espejo (metiendo la barriga) me colocaba gel en el cabello. ¿Por qué lo hago? – pensé. ¿Quién me dijo que debía peinarme de este modo? ¿Quién me impuso la forma de vestirme de tal o cual forma? ¿Soy yo el creador de mí mismo? – Volví a pensar. La respuesta se hizo demasiado obvia.

Te ves, como ese anuncio en esa revista te dijo que deberías verte. Besas, como lo viste en una película. Caminas como camina ese tipo que tiene mucho más autoestima que tú. Tiras como lo viste alguna vez en una porno. Utilizas los cubiertos como los utilizaban tus viejos. Fumas, como aquel vaquero del comercial.

Salí a la calle intentando recuperar el breve egocentrismo que había experimentado momentos antes bajo un chorro de agua que seguramente ya había caido sobre hombres y mujeres qu ya pensaron esto mucho antes que yo. Agua que dice ser potable. Decidí engañarme y caminé erguido, orgulloso de sentirme “diferente” al resto que van con las modas. A tres esquinas de donde empecé la historia, me encontré con un tipo que tenía la misma camiseta “original” que yo tenía. “Elegir esa prenda de vestir me dice algo acerca de él. Podríamos parecernos más de lo que te puede indicar una camiseta” pensé. "Seguramente algún tipo con sus zapatos, objetivos e ideas se cruzará por su camino tres cuadras después, y será la copia de otra copia".

Cada experiencia creada por alguien más, es un pedazo de lo que tú eres. Nadie es quien quiere ser. Somos lo que nos dicen que seamos. Somos lo que nos conviene. Lo que nos gusta. Lo que podemos.

No existe nada más en la vida que repeticiones de lo que ya fueron otros. Y con más o menos piezas que nuestros antecesores, caminamos como engranajes fundamentales de un espejísmo.

En esencia, la mayoría de nosotros somos eso que ya existió. Una repetición actualizada del pasado.

¿Crees que eres único? ¿Crees que eres original? Mira a tu alrededor. Piensa de nuevo.

jueves, 18 de agosto de 2011

El mundo vs. las mujeres

Menores de edad, treinteañeras, pasadas los cuarenta y abuelas (no hablo solo del ámbito sexual por si acaso exista algunita que desee demandarme o cumplir alguna fantasía prohibída no por la ley de la moral sino la del Ecuador). Con mucho dinero, con lo justo. De carnes perfectamente balanceadas, de bustos que luchan con la gravedad, de gran volumen abdominal. Cabello corto o largo. Blancas, negras, morenas, rubias y pelirrojas. Con cabello negro. Made in Ecuador, de exportación o importadas. En relaciones, solteras, madres de alguien, hijas de alguien. Todas y sin excepción alguna, sin importar lo que digan, comparten no un rasgo, sino una imposición legada por sus madres, y las madres de sus madres. Y sus viejos también.

Nuestras mujeres se encuentran en una lucha diaria consigo mismas. Sí, a veces ganan batallas importantes, como darle celos a su ex con ese vestido que les costó la mitad del sueldo o un aumento de salario el cual es proporcional a la disminución textil de su ropa. Pero, ¿vale la pena los constantes sacrificios que realizan a lo largo de sus vidas por alcanzar la estética universal? Operarse los senos (No se quien se inventó el término “chichis” para que suene “menos peor” pero pudo haber sido una mujer que no se encontraba a gusto con su par), hacerse una abdominoplastia, pasar 5 horas en una peluquería para una fiesta de 3 horas, usar tacones de 10cm para terminar con los pies demolidos, o una máscara de maquillaje diaria. Son concepciones que las tenemos como normales. ¡Hey! También era normal en nuestras culturas precolombinas deformarse la cabeza, arrancar el cabello de mechón en mechón a las mujeres a punto de casarse en algunos sitios de Africa, o en la antigua China deformar los pies porque era más estético.

Lo normal no siempre es lo correcto. De hecho, la mayoría del tiempo no lo es. Y no me guío bajo un código moral. Para eso están los de Derechos Humanos, los curas y los curuchupas. Utilicemos el cerebro.

Empiezo diciendo que no estoy en contra de que se pongan bonitas. Es siempre apreciado una preocupación por lucir bien. No caigamos en la exageración. Tuve una novia que en su cumpleaños fue a la peluquería durante 3 horas, para luego salir de ella, llegar a su casa mojarse el cabello, despintarse el rostro, llorar 15 minutos, y volver a hacerlo todo de nuevo porque no le gustó. Parece que las fotos de la noche le preocupaban más que su disfrute del cumpleaños. Cabe mencionar que no hubo ningún disfrute esa noche. De ninguno de los dos.

Todos los comerciales ya sean de prensa, televisión o Internet “invitan” a las mujeres a bajar de peso, tener un mejor cabello, deshacerse de sus arrugas, poseer pestañas con más volumen (Porque sí nos importa las pestañas…), piernas menos pálidas, senos (Sí, SENOS) más firmes, trasero menos caído, vientre más plano, etc. Nadie está en contra de que tengan cuerpos saludables. Pero de ahí a que digan que están gordas el 70% del tiempo es otra historia. (El otro 30% es cuando están dormidas. Y si no sabemos lo que piensan durante el día, peor aún cuando duermen).

El mundo les dice todos los días que si no tienen el cuerpo de Jessica Alba, la colección de ropa de Sarah Jessica Parker o el cabello de Rapunzel, están perdidas. Y ustedes se lo creen. Punto. Y que conste que Rapunzel no siguió ningún tratamiento de 3543 vitaminas ni compró Herbal Essences.

Su competencia va más allá de la vieja supervivencia de conseguir al macho con más señales de dominancia, recurso y mejores genes. Su competencia es tácita, homogénea y no declarada. Como la guerra fría de las faldas. Y nada tienen que ver los escoceses aquí. sNota: Aquel hombre que aún piensa que su novia se puso guapa para salir, porque va a estar con él, vivirá engañado.

No se trata de ser la mujer de catálogo de Victoria’s Secret. Es por todos conocido que necesitan alimentar su ego con cumplidos y miradas (no digo indiscretas porque para eso somos pésimos todos los hombres). No esperamos que lo sean. Cuando decimos “mujer perfecta” entramos primero en una contradicción, y no es lo que piensan. La perfección a la que nos referimos no se mide solo con cinta métrica.

Con la pregunta inicial no pretendo acercarme a un exterminio del sexo opuesto. Sino me refiero a la esencia de su feminidad, que es a la final lo que fueron de niñas, son ahora y serán después de la menopausia. Escotes y minifaldas son muy apreciados el día de hoy, pero totalmente sobrevalorados. He conocido mujeres con nada más que ofrecer que un lindo par de piernas (y que buen par). Y créanme, ningún hombre puede amar un fémur aislado. Por más tibia y peroné que vengan luego de.

Pero hagamos un balance de piernas (o la extremidad que más le guste) y cabeza. La personalidad, en mi humilde opinión, es a la final lo más preciado. En todo sentido.

No solo les decimos mujeres porque carecen de un apéndice que dispara ADN a la mínima señal de estímulo. Si es por esas, cualquier travestí podría serlo. Son mujeres porque quieran aceptarlo o no, tienen una madre adentro de ustedes, una chica de 23 años que solo desea tener sexo, una abuela cansada, una guerrera que no arruga ni en piscina (el ejemplo va para hombres, pero bue…) y una niña que espera y se merece un príncipe.

No pierdan lo que son. No permitan que el mundo les quite lo que amamos de ustedes. Y por favor, no dejen de tener 23 años.

domingo, 14 de agosto de 2011

Así pasa cuando sucede

Hay días en que cada acontecimiento calza perfectamente con el siguiente como si de una canción de 16 horas continuas sonara a la perfección. Eso es considerando que usted duerma las 8 horas que le recomendó su doctor, o la revista que estaba ojeando mientras esperaba su turno en el banco. Hay otros en los cuales cada acción es un hecho aislado. Días en que nuestra perfecta sinfonía de sincronización y cronología se asemeja más a una mezcla aleatoria de un dj bajo los efectos de licor de los Ríos y un porro.

No importa la clase social en la que se encuentre usted. La variación de los días no respeta esta condición. Un día los semáforos pueden ir de verde en verde, las calles libres de autos, y “We are the champions” suene bajo un Freddy Mercury que sonríe desde algún paraíso gay. Otros, se le derramará el café en la única camisa planchada que tenía, a su novia se le atrasará el período y en la radio no sonará nada más que Fanny Lu o Justin Bieber.

Muchos le atribuyen este efecto dominó, de malos eventos seguidos a “levantarse con el pie izquierdo” o la desalineación planetaria. Si usted se encuentra en este grupo, la solución será atarse el pie derecho a la pata del velador. Tienen el mismo efecto dormir abrazado a una pata de conejo o llevar un rosario bendecido por los 15 últimos Papas. El resultado será el mismo. ¿No me creé? Arránquele la pata a su conejo, y mire si al siguiente día tiene un buen día.

Por otro lado, estamos los que sabemos que esta variación de condiciones no se debe más que a las decisiones conjuntas de las personas, las cuales como una cadena invisible nos afectan a todos. La decisión de un tipo en la china, puede que haga que usted el día de mañana le compre rosas a su mujer o le parta la cara a alguna chica. Tenemos al Bolillo de ejemplo. De buen ejemplo.

El hermoso planetita en que vivimos se encuentra bajo leyes que nos afectan. Unas serán excelentes, y atribuiremos nuestro genial desempeño al shampoo anticaída, la energía del anillo de los 7 metales del Walter Mercado, o al libro pirata de autoayuda que leímos ayer. Talvez no sean tan buenas en algún día determinado y nos resignemos a que “tenemos mala suerte” o que el tipo invisible que vive en los cielos y casi ahoga a todo el mundo una vez que se emputó, piensa que no es lo mejor para nosotros.

Les aseguro que este lunes llegarán tarde al trabajo, le echarán la culpa al tráfico o al Barrera (pues ambos se prestan como excusas perfectas por lo inútil de su existencia). Trabajarán 5 de las 8 horas, llegarán tarde a casa nuevamente por los chivos expiatorios antes mencionados, le llevarán un sobre a su novia con las facturas del mes y se sentarán a ver el noticiero mientras piensan que “mañana será otro día” como los convenció Topo Gigio en su infancia. Es que la estupidez humana no conoce límites, y en especial la de los hombres ha logrado descalibrar las alarmas, procrastinar en el trabajo, anular la existencia de las floristerías y desaparecer los libros del mundo.

“Life is what you make of it” (La vida es lo que haces de ella)

Y por favor, no le echen la culpa al stress, que eso se cura con un polvo.

lunes, 1 de agosto de 2011

De coles a nabos

Antes que nada, debo disculparme con mi blog, ya que el tema político ha estado vetado de este espacio por razones personales, pero esta joya de texto, auspiciada por un diario pertenciente a aquel-que-no-debe-ser-nombrado (y nos es Voldemort) merece ser analizada. Dicho esto, vamos al grano. Digo al texto.

La mañana del día de hoy fue publicada en la columna de opinión del portal de diario “El Telégrafo” una nota que por título se denominaba “La doble moral del neoliberalismo” escrito por la Sra. Ketty Romoleroux G.

El escrito (que lo pueden encontrar directamente en la dirección http://www.eltelegrafo.com.ec/index.php?option=com_zoo&task=item&item_id=11387&Itemid=29 ) sostiene, mediante el ejemplo del video divulgado por internet de las chicas del 28 de mayo, que el neoliberalismo como modelo socio-económico, impone valores culturales para la decadencia.

No, no estoy desvariando. Claramente es una tesis insostenible debido a la incoherencia de características a contrastar.

Luego mediante una muy bien lograda habilidad de redacción (mas no de ideas), mete en el sancocho verbal, al FMI, la juventud, el perreo, el banco mundial, el neoliberalismo, la moral, el consumo, los maestros, el cambio social y el humanismo. Servidos.

Textos, o discursos similares se pueden encontrar en personas con desvariaciones de carácter, asambleístas y borrachos comunes (véase el FUA).

¿Como podemos decir que los valores se están perdiendo debido al neoliberalismo? Sería como decir que los jugadores de pelota nacional están desapareciendo debido a las políticas de la FEF. No hay una coherencia de ideas.

Ketty (perdón, la señora Romoleroux), dice que el perreo es un baile inmoral. No opina. Lo dice. Por ahí Daddy Yankee podría demandar a la señora por injuriar a su música (terrible por cierto) y tomarla como una perversión de actualidad. Un nuevo Alembert surgirá, y por el trámite se ganará buenas chauchas. En todo caso, la Sra. Romo habla de que el perreo tiene letras inmorales, y que provoca movimientos eróticos.

No soy coreógrafo, ni músico. Mucho menos productor, ni admirador de tal género. Solo una simple víctima más de la evolución de la música. Pero al parecer Doña Ketty, es todas aquellas para saber lo que es y no es el perreo. ¿Sabía usted que existe el perreo cristiano? Seguramente sí. ¿No lo sabía? Ok, es bueno leer un poco acerca del tema que vamos a escribir, antes de hacerlo. Solo un consejo.

¿Qué sostiene usted por movimientos eróticos? Hace 50 años lo eran los de Elvis Presley, seguramente algún contemporáneo suyo. Hace 20 lo eran aquellos de quienes bailaban la lambada, y hoy es una canción de fiestas infantiles. No le discuto lo de la letra, porque algunas sí tienen un mensaje ofensivo. Así como otras canciones de reggaeton tienen mensajes de amor, fidelidad y confianza. Al parecer a usted solo le han dedicado las primeras. No se preocupe, ya le llegaran las segundas algún día. Si gusta, le paso una memory flash con las que tengo.

Habla de la doble moral del neoliberalismo, pero no concreta. Se va por las ramas. ¿Quizás su punto a demostrar era la doble moralidad de una sociedad que exhalta y promociona la música y el baile de una cultura importada, pero que condena justamente por el uso de la misma? Le digo así como dato, que falló, pues eso nada tiene que ver con el capitalismo neoliberal. Alguien faltó a las clases de historia. Y de lógica, claramente.

Así que con su discurso de Iglesia de la Inquisición queriendo evangelizar personas de siglo XXI, solo logra demostrar el poco criterio y la limitada visión que tiene para formar parte de una columna de opinión. Ni siquiera de “El Telégrafo”.

Alejandro Castro N.