viernes, 27 de julio de 2012

El fin de un camino


Suena el teléfono a las 5 de la mañana. Veo de quien proviene la llamada y en la pantalla del iphone solo sale “Blocked” por lo que entiendo que es llamada desde Ecuador. Contesto y me habla un amigo. “Loco, te llamo a informar que fallecío el "Litos" el día de ayer en un accidente de tránsito. Yo ando en Ambato pero me voy al velorio fijo. Solo te quería avisar, y nada, vos quédate tranquilo y cuídate mucho”. Colgué el teléfono, ví la hora y me dí cuenta que aún tenía unas 4 horas más de sueño, por lo que me sentí bien.  Cerré los ojos y volví a dormir.

Me levanté listo para empezar mi turno de trabajo. Saludé con un par de compañeros de trabajo, reimos con algunas bromas y continué con mis actividades.

El reloj de la cocina marcaba la 1 de la tarde, y yo de repente sentí una tristeza. Una de esas tristezas que el universo sortea diariamente. Sentí que las piernas me pesaban, que el pecho me dolía sin dolerme. Me acordé de la noticia. “Pero si el man ni siquiera era un amigo cercano. Es más, serán unos 3 años que no le veo, ni sé donde andará trabajando ni que será de su vida. ¿Por qué putas me siento así?”.

Mientras terminaba de cortar unos pedazos de pan, el reloj seguía avanzando y yo recordaba los pocos momentos que pasé junto a él. Me acuerdo de su risa. Él sí sabía reír. Y hacer reír al resto. No me sé su segundo nombre, ni su segundo apellido. Jamás conocí a sus viejos, ni me interesó hacerlo. No sé donde vivía ni que sueños tenía. Solo tengo su nombre y su sonrisa. Seguro que no soy el más indicado para escribir sobre él. Jamás seré el indicado para escribir sobre nada, pero este texto por como es el ser humano no va para la memoria de mi amigo, sino para sacarme toda esta mierda que me viene jodiendo desde la mañana. Que asco. Que egoístas que somos.

Leo en su página de Facebook incontables mensajes de despedida. Talvez personas que estuvieron más cerca de lo que yo jamás estuve. Tal vez personas que les valió su amistad como a mí. No lo sé. Recuerdo que lo ñultimo que escribió en su perfil fue algo relacionado con “sacar el FUAAAA”, una broma relacionada con un video mexicano. Recuerdo que reí con eso en su momento, porque con otros amigos reíamos también sobre el FUA. Y eso fue lo último que le dijo al mundo. Literalmente, sus últimas palabras.
Todos le envían mensajes de que ahora es un angel más en el cielo. Que ahora dios lo tiene en su gloria. Que pasó a una mejor vida. Solo me queda esperar que sea así, porque no he tenido jamás una prueba de el cielo del que hablan. Jamás he visto al dios del que hablan, pero sí a mi compadre el diablo, que habita en todos los lados, en toda la gente. No se si hayas pasado “a mejor vida”, pero te aseguro mi pana, que donde sea que esté ahora (si es que ahora estás en algún lugar) seguramente es mejor que esta vida que no es vida.

El día de hoy falleció Carlos Picerno, excompañero de gastronomía de la Universidad Tecnológica Equinoccial. El día de hoy, todos morimos un poco sin darnos cuenta. Gracias viejo por recordarnos que las sonrisas se quedan en la memoria. Sonrisas que a veces son más necesarias que el aire. Te pido perdón a vos y a todos a los que he olvidado y que posiblemente recordaré solo cuando se marchen. Así es la gente. Así es la vida. Solo te prometo, no una oración porque hasta donde sé, las palabras se las lleva el viento, sino un trago en tu nombre. No fuiste alguien especial en aquellos años, y aunque esto suene tan falso como es, no me queda más que decirte que hoy beberemos los dos, como hace 3 años, y esta vez sí será “el último, y nos vamos”. Salud compadre.

miércoles, 25 de julio de 2012

Si Iron Man fuera ecuatoriano


Si Iron Man hubiera nacido en el reino de banania, osea Ecuador, primero que no se llamaría Aironman. Ni siquiera le hubiéramos bautizado como “El Hombre de Hierro” sino algo del estilo “El man de lata” y se lo confundiría en medios impresos como un habitante de Latacunga. Los medios le sacarían en la sección de prensa rosa, mientras el círculo ros… digo el gobierno lo calificaría como “fruto de la inversión en ciencia y tecnología que, a pesar de ser virtualmente inútil, no hay que olvidar que anteriores gobiernos jamás lo hicieron”.

Nuestro “héroe” no se llamaría Tony Stark, sino Estiven Guzmán, y su empresa no sería “STARK Industries” sino Guzmán y hermanos, y tampoco se hubiera dedicado a la innovación de tecnología armamentista o a la generación de nueva energía sino a la importación de llantas o a la consultoría. No manejaría un AUDI R8, sino un Corsa tuneado.

La señorita Pepper Pots en lugar de ser la bella, inteligente, discreta y delicada secretaria de IronMan, hubiera sido alguna exreina de belleza con un título de bachillerato a duras penas, y con un puesto en algún programa tipo “Vamos con Todo”. Tampoco se apellidaría Pots, y adoptaría el apellido “de Guzmán” para poder aparecer en la sección sociales de la revista COSAS.

El taita del Estiven sería un político de los jurásicos, con mucho dinero, que lo mandó a las mejores universidades de Estados Unidos. Pero el Estiven solo se la pasó chupando y agarrando con cuanta gringa pudo. Al final, algo algo le quedó, y con eso pudo diseñar el traje IronMan, que en un inicio era un disfraz para la fiesta de Halloween la empresa.

En lugar de tener al “Reactor Ark” en el pecho, tendría una cadena de oro comprada en la bahía junto a un rosario que le regaló su mamá en su bautizo. Además el traje no funcionaría con la energía de tal reactor, sino con un huevo de pilas doble A recargables, y estaría hecho de una aleación de latas de pilsener con varillas robadas de la construcción del vecino. Tampoco podría volar, porque eso significaría tener que matricular el traje, comprar el SOAT, y sacar licencia de piloto. El traje se quedaría en la casa los martes por el Pico y Placa y los índices de delincuencia subirían tanto como los pedidos de las pizzas en ese día. Y en caso de poder volar, no podría ir a más de 50km/h en zonas urbanas, porque sino iría preso. Eso sí, en perimetral agarría una sorprendente velocidad de 90km/h aunque siempre le rebasaría, por la derecha, algún hijo de papi en su bmw.

Llamaría a su mamá antes de cada “misión” a pedir la bendición. El color del traje sería dorado con rojo, pero además le añadiría una franja azul cuando juegue la selección. Y después de no clasificar al mundial, le pondría una camiseta del quito afuera del traje para cuando se quede sin baterías el traje, los taxis le cobren la mitad de la carrera. Le pintaría un "Jesús es mi gps" aunque el traje no llevara ni radio am.


Viviría en la Gonzales Suarez por la cercanía a los hot-dogs. No pelearía contra la delincuencia pasadas las 6 de la tarde por miedo a que le roben el traje o le den el vire como a la “bestia” Quiñonez, pero sí pelearía afuera de los bares cuando se chume. Y le sacaría la “pugta” a todos, argumentando que “él sí tiene las bolas de acero”, mientras Pepper de Guzmán, reiría en silencio.


Y tampoco le hubieran invitado a formar parte de los Avengers. Pero seguro le invitaban a la diablada de Pillaro.

lunes, 23 de julio de 2012

Coehlo: La ligereza como piedra filosofal


Los libros de Paulo Coehlo han sido traducidos a 56 idiomas, lo que lo convierte en el autor más traducido del mundo. Ha sido publicado en 150 países, una cantidad bastante cuantiosa considerando que lo que vende son libros y no películas de Hollywood o iphones. Además el escritor brasileño cuenta con más de 54 millones de libros vendidos, una cifra comparable con las ventas mundiales de artistas de la talla de The Police, Black Eyed Peas, Robbie Williams, RHCP, Linkin Park, Cold Play o Michael Bolton.

En pocas palabras, Coehlo es una apuesta segura cuando de ventas se trata. Aunque teniendo en cuenta que lo más escuchado a nivel mundial es Lady Gaga, lo más comido son las frituras, y lo más descargado del es la pornografía, el ser un referente en ventas no es un sinónimo de calidad. Y Paulo no es la excepción. El criticado autor nos trae libros a razón de casi uno por año, lo que nos dice algo acerca de él: O tenemos a uno de los genios de la literatura actual, o alguien encontró la piedra filosofal... de las ventas. Descubramos que hay al final del agujero.

Todos hemos escuchado títulos como “¿Quién se ha llevado mi queso?”, “La culpa es de la vaca”, “Chocolate caliente para el alma”, “Padre Rico, Padre Pobre”, etc. E inclusive los habremos leído en alguna ocasión. La auto-ayuda como terapia barata, se lleva gran parte del mercado mundial en venta de libros. La “literatura” del brasileño, se compone en esencia de un pilar de auto-ayuda, ya sea este la búsqueda de un objeto preciado o el emprendimiento de un viaje mágico. Sabiendo de antemano que la mayoría de personas en el mundo obedecen a una fe que les indica que tienen un propósito en la vida, y que con el paso del tiempo lo irán descubriendo, el autor de “El Alquimista” se aprovecha de manera inteligente de los motivos a los cuales responde la psicología humana, y les muestra un respuesta metafórica entre verdadera y ficticia. Y va más lejos. A sabiendas de la ambigüedad de sus respuestas para la vida, son colocadas a propósito para que se puedan interpretar de diversas formas, dando siempre como resultado una respuesta satisfactoria  a las necesidades del lector. Un pajazo mental.

Jorge Martí nos dice: “Mejor que leer a Coehlo, es no leer nada en absoluto”. Estoy en desacuerdo puesto que en mi opinión es más beneficioso que un niño lea “El Peregrino” a que se encuentre frente a un episodio de “Jershey Shore”, “Mi Recinto” o “Vamos Con Todo”. De hecho, el tenerlo tras un libro de Paulo es mejor que tras un televisor, a pesar de que este tenga 300 canales. Aunque tampoco es una excusa para hacerlo.

Sus personajes tienen de creíbles, lo que el Dr. Lecter de misericordioso. La complejidad en su narrativa es un término que no existe en la misma. Su prosa es fácil de entender a pesar del simbolismo mágico que conllevan sus párrafos. Se digiere de maravilla como un caramelo, pero su aporte al cuerpo resulta siendo el mismo que de un carbohidrato vacío.

En la medida en que no hay que echarle mucho seso para entender las, muchas veces absurdas, canciones de Arjona, a Coehlo se lo lee sin ningún problema a pesar de tener al lado de uno a 10 gritones obreros y cada uno con su respectivo martillo neumático.

En resume, la obra del “guerrero de la luz” no es más que fast-food para el cerebro. Y los efectos de la comida chatarra están más que demostrados. Pero al final, usted decide.

miércoles, 4 de julio de 2012

En nombre de la des-igualdad.


Los hombres y las mujeres tenemos los mismos derechos y responsabilidades, o al menos eso dice la constitución de la soberana república del Ecuador. Poseemos similar destreza para realizar la misma actividad excepto por aquellas que son propias de cada uno debido a las limitaciones que la naturaleza ha nos ha impuesto. Por ejemplo, los hombres no pueden dar de lactar a un bebé, o las mujeres no pueden entender un offside. (No se me ocurre algo que una mujer no pueda hacer mejor que un hombre).

Estamos viviendo el año 2012. El año en que se dice que el mundo se terminará, y por eso este será un buen año para mí. Pero lo que quiero decir es que finalmente se ha dejado atrás el pensamiento de que una mujer es inferior al hombre. Hasta este punto estamos a la mitad del cliché, así que antes de que se levante de su asiento o cierre la página, deme un voto de confianza y sigan leyendo.

Es lo contario. Las mujeres son superiores a los hombres, y es por eso que fueron subyugadas tanto tiempo. Ahora que la libertad y la igualdad se esparcen por el mundo como la peste bubónica en la edad media o los anuncios de movistar en la actual, solo nos queda aceptar la innegable realidad: Cuando Nietzche se refería a “super hombre”, no hablaba de Clark Kent, sino de Heidi Klum. Usted defiende la igualdad de género pero que aun así sigue pagando las cenas, moteles, flores, condones, vacaciones o la pastilla del día después. ¿Igualdad? No señores. Si no se dieron cuenta, perdimos la batalla de la igualdad el día en que Marilyn Monroe posó sobre un ventilador en alguna calle de Nueva York. O pudo haber sido mientras Sabrina cantaba “Boys, boys, boys”. Si usted piensa algo distinto, seguramente acabó de salir del cine, viendo una comedia romántica de Woody Allen. Película (canguil, gaseosa, nachos, hot-dog, y snicker) por la que usted pagó.

Nunca hemos vivido una época en las cual las mujeres hayan tenido tanto poder, como esta. Es cierto que aún la mayor parte de la riqueza del planeta es controlada por el género masculino. Es también cierto que ese patrón, si el mundo tristemente no se termina este año, cambiará en los próximos años. Y no hablo solo de poder económico. Cada vez más mujeres están en el mundo de la política, los negocios, la comunicación, las ciencias, el arte, la literatura. No pasará mucho tiempo antes que vea la Champions League, pero será con jugadoras. Cosa que, debo admitir, hará el juego más interesante de lo que ya es. Digo, en la parte del intercambio de camisetas.

Si pudiéramos de alguna forma averiguar la procedencia por género del dinero gastado en cualquier centro de diversión, llámese este restaurante, bar, discoteca o cine, puedo decir sin miedo a equivocarme que los hombres van ganando (o perdiendo, según se vea) por goleada. En otras palabras, sin la inversión masculina, más del 50% de estos negocios se van a la bancarrota. ¿No me cree? ¿Cuándo fue la última vez que su agarre/novia/esposa le invitó a su restaurante favorito? No cuentan ni los cumpleaños, ni los aniversarios.

Ahora, este resultado no es solo la consecuencia de un fenómeno que sucedió de manera esporádica evolucionando hasta llegar a nuestros días de la forma en que llegó y no pudo haber llegado de otro modo. En otras palabras, ellas saben que tienen el poder, y saben como usarlo. Si no entendió lo que acabo de decirle, lo pondré de forma más burda y con un lenguaje más coloquial. Ellas nos tienen agarrados de las pelotas. Pero no me crea a mí, experiméntelo usted mismo. No de forma literal, claro está.

Pero vayamos más profundo. Con este ejemplo demostrará que el hombre no es igual a la mujer y de una vez por todas: Siendo A el hombre y B la mujer, podemos sostener que el clásico cortejo sucede de la siguiente manera (Utilice la letra que más le guste). A siempre se acercará a B. B decidirá si tiene interés en haciendo un rápido análisis y posterior avalúo, que entre otras cosas contemplará los rasgos faciales, nivel económico, nivel cultural, tipo de roce social y estructura corporal de A. Luego, las matemáticas nos dirán si A es merecedor de la atención de B. Haremos un paréntesis en la crónica para aclarar, que siendo una frase infalible y siempre correcta, en este caso y solamente en este caso, el orden de los factores alterará el producto. B jamás será A. Si por algún motivo duda de mi hipótesis estimado amigo, siéntese en un bar y espere a que una mujer le invite un trago. (Este párrafo se limita al perímetro territorial de la llacta ecuatoriana. Las bases y condiciones no aplican, o aplican de forma diferente en otros países. Para más información, contáctese con su agencia de viajes más cercana o su coyotero de confianza).

Como puede ver, las mujeres gobiernan el mundo mi estimado lector. El luchar para recobrar la hegemonía masculina, al momento, es dar patadas de ahogado. Puede que usted tenga testículos, pero hoy, ellas son las de los huevos.

domingo, 1 de julio de 2012

El cambio

Crecer significa cambiar. Y no, no digo madurar. En un par de meses, habré visto al planeta dar su vuelta número 25 alrededor del sol, mientras que yo sigo teniendo la madurez (o falta de ella) de un quinceañero con una catapulta y una mala idea.

Volvamos a lo que quería decir. Crecer es cambiar. Transformamos un cuerpo pequeño que necesita de atención las 24 horas del día, por uno grande que puede cuidar de sí mismo y de otros. Bueno, no todos. Cambiamos los chupetes por cervezas, las espadas de plástico por celulares, tu pana de la infancia por la chica del sábado. Cambiamos sin darnos cuenta, sin siquiera sospechar que lo hacemos. Mientras que lo más importante para una chica el día de ayer era comprarle un nuevo coche a su Barbie, el día de hoy es conseguir un Ken con coche nuevo.

Al crecer vamos anhelando el siguiente paso. Cuando estamos en la primaria, morimos por ser los “grandes” del colegio. Entonces cambiamos los pantalones de rodillas con parches, por unos bien planchados. El peinado de lado, con fijador, gel, cera y manteca, por uno más a la moda. El balón de fútbol, por un puto tabaco. ¡Bienvenidos a la secundaria! Aquí básicamente somos lo mismo, pero con peor cutis y peores notas. Una vez bachilleres, anhelamos la universidad. Ese lugar que creemos que será un lugar de verdes prados con chicas guapas, pero que, al menos en mi caso, termina siendo un edificio frio con chicas... con chicas y chuchaquis semanales. Luego volvemos a cambiar, y pasamos de ser “seres humanos en entrenamiento” a profesionales que nos preguntamos a donde fueron a dar los conocimientos de los últimos 4 años. Por mi parte, de vivir en un país de primer mundo, estaría anhelando con infinitas ansias, la jubilación.

Cambiamos los posters de autos, por posters de chicas. Los posters de chicas, por diplomas. Los diplomas, por cuadros. Los cuadros por ventanas, y las ventanas por madera. Una madera que se encuentra 2 metros bajo tierra. Cambiamos nuestras lampiñas piernas, por unas más peludas y nos sentimos orgullosos. Cuando sucede lo mismo en las mujeres, el sentir es digamos, diferente.

Cambiamos de un agnosticismo nato, a (inserte la religión que sus padres/sociedad le impuso). Algunos volvemos al estado libre de culpa en el cual nacimos, y otros siguen yendo a misa los domingos. Cambiamos a los amigos del barrio, por los amigos del colegio. Cambiamos a la vecina, por la compañera de curso. Cambiamos de la talla “xs” a la “m”. Otros, a la “xl”. Ellos también cambian de la coca-cola regular, a la coca-cola diet.

Cambiamos de casa. Muchos cambian de ciudad. Algunos inclusive de país. Pasamos de usar tirantes a usar correas. De demócratas a republicanos. De revolucionarios, a conformistas. Cambiamos los viernes de farra con los amigos, a viernes de película con la novia. De domingos de almuerzo en casa de los suegros, a domingos de resaca y finalín. Sabemos que una mujer terminó su relación, porque cambio su corte y color de cabello. Sabemos que un hombre terminó su relación, porque cambió de mujer.

Cambiamos de “cajita felíz” a lomo welington. De soltero a casado. De mal casada, a feliz viuda. Cambiamos las pantalonetas por corbatas. Cambiamos nuestra ropa y nuestro estado de facebook. Por cierto, ¿Desde cuándo “es complicado” se volvió un estado?

Cambiamos las fotos de perfil y las cortinas de la sala. Cambiamos el baila de la silla por el baile del tubo. Unos cambian de cereal y otros cambian de sexo. Cambiamos de animales y también cambiamos de mascotas.

Como vemos, el cambio es simplemente una adaptación al presente. Es una actualización de nuestro “software”. Inclusive yo que hasta el día de ayer consideraba que lo mejor que una mujer se puede poner era un vestido escotado para una fiesta,  he cambiado de parecer. Definitivamente lo más sexy que una mujer puede usar, es una camiseta de los doors, para dormir.