viernes, 31 de mayo de 2013

La Solución a la Ecuación de la Religión

El mundo occidental se ve regido por el cristianismo y sus ramificaciones. Entiéndase católicos, protestantes, evangelistas, testigos de jehová, entre las de mayor relevancia social. Difieren entre ellas en muchos detalles pero podemos estar de acuerdo en que el inicio y fin de su doctrina es acercarse, ser meritorio de, ganarse el amor de, regresar a, obtener la gracia de, sentir el amor de, el ser divino que se conoce comúnmente como dios. El mismo principio aplica para el Islam, el Hinduísmo, y el Judaísmo en el medio y lejano oriente. Un ser omnipotente y omnipresente. Algo así como Chuck Norris o Rafael Correa en sabatina.

Todo lo dicho hasta ahora es de dominio público. O al menos espero que lo sea. La parte innovadora del asunto es el siguiente.

A este ser dios se le piden favores o milagros, y a cambio de su gracia divina, el creyente reza y comparte su (no puedo ponerle otro nombre) alucinación, con su entorno social. El sistema se inculca de padres a hijos. En pocas palabras, se hace un intercambio “divino”. Creyente pide, dios concede a cambio de su fé.

Dado el principio básico de transacción celestial, pongo a su consideración el siguiente escenario. Pepito quiere sacarse la lotería, por lo que compra un billete de la misma. En su pueblo hay 3 templos. Una iglesia católica, una mezquita y un templo hinduista. Pepito va a cada una de ellas, y pide sacarse la lotería. Le reza a Jehová, a Mahoma y a Ganesh. Llega el día del sorteo, y gana el premio. ¿A cuál de las 3 deidades le atribuye “el milagro”?

Con esa pregunta que resulta ser la premisa del siguiente texto, doy a continuación una sencilla guía que le lanza un vistazo de forma objetiva al ritual de la oración. Al denominado “dios” usted puede reemplazarlo por el nombre de su deidad predilecta.

¿Cuánto tiempo tarda dios en realizar el favor?
El tiempo, entendiéndolo en minutos, horas, días, meses y años, será arbitrario. Dependerá del tamaño en importancia del favor, que puede ir desde 1 siglo para la paz mundial, a 1 semana para la mujer del vecino. Mientras más grande y complicado sea el favor, basándonos en un sistema de probabilidades, más tiempo tardará en ser concedido. Aunque muy de vez en cuando, sale doble cero en la ruleta.

¿Se conceden todos los favores pedidos?
No. Estadísticamente, es muy improbable por no decir imposible, que cada uno de los deseos de una persona se cumplan por obra divina. Según este razonamiento, se deduce que a menos favores pedidos, mayor cantidad de los mismos serán concedidos.

¿Cuál es la tasa de favores concedidos?
Dependerá de la dificultad de la obtención de los mismos, pero una apuesta numérica lógica, sería 50% concedidos, 50% no concedidos. Lo gracioso de esto, es que podríamos pedir los mismos favores a, digamos la luna, una estrella fugaz, un trebol de 4 hojas, el Norman Wray, el pulpo Paul o el árbol de chirimoyas del vecino, y las probabilidades siguen siendo las mismas. 50, 50.

¿Hay personas VIP en el salón de la oración?
Sí. Mientras más ingresos económicos, relevancia social y estética corporal (acorde al modelo impuesto por el colectivo) tenga una persona, mayores son sus probabilidades de recibir lo deseado. De ahí la relación entre figuras religiosas (cruces, rosarios, cuadros de la vírgen, escena de la última cena, presencia del “dios bendiga este hogar”, texto en el carro “dios es mi copiloto”, oración al final de un discurso “dios los bendiga”) y personas en la alta escala económica y social. Este comportamiento se imita por aquellos que intentan obtener los mismos beneficios que aquella persona “más afortunada” obtuvo. Pruebas alrededor de nosotros, más que suficientes.

¿Mientras más se rece, más probabilidades hay de que se conceda el favor?
Explicado de otra manera, existe la misconcepción de que mientras más se vaya a misa, mientras más padres nuestros se reciten, mientras más ave marías se recen, mientras más “penitencia” se haga, mientras “mejor ser humano” uno sea, el favor pedido será atendido con más urgencia. En pocas palabras, no. Así que tranquilo, usted puede dejar de ayunar por ese acenso en el trabajo. Tal vez la falta de energía en las mañanas, es lo que le está saboteando su propio “plan”.

Su elección (si tuvo la posibilidad de elegir a su “dios”) se ve marcada por su lugar de procedencia. Richard Dawkins expone que por el hecho de nacer en américa del norte, lo más probable es que usted sea cristiano. De haber nacido en Oriente medio, tal vez hubiera sido musulmán. Si su nacimiento hubiera ocurrido en la India, a lo mejor usted se encontraría en las filas del hinduismo. De haber nacido en la época dorada de Grecia, tal vez sus oraciones estarían dirigidas a Zeus. O hace 5000 años, pudo simplemente haber adorado a un volcán en erupción.  Y de todas maneras, las respuestas planteadas en este texto, serían las mismas sin importar su religión o época en la cual viviera.


Es por el sendero de la lógica, y no el de la fe, es que iremos hacia la verdad. No sé si llegaremos a ella, pero seguramente estaremos más cerca que quienes sigan rezando 5 padres nuestros al día.