miércoles, 4 de septiembre de 2013

Conducir en Quito: La amabilidad como excepción a la regla

Sujeto: Este servidor

Lugar(es): Av. De los Granados, Av. Eloy Alfaro, Av. De los Shyris, Av. 6 de Diciembre, La casa de la verga

Fecha: Miercoles 4 de Agosto, 2013

Hora: 8:00 am, pero da igual porque es un mierdero a cualquier hora.


Bajo al parqueadero, abro la puerta, conecto el iphone al equipo del auto y suena “Try a Little Tenderness” de Otis Redding. Cinturón de seguridad, gafas de sol y enciendo el Aveo. Me encuentro saliendo de Monteserrín camino a la 10 de Agosto y Eloy Alfaro. Es el mismo recorrido de martes a viernes. Se abren las puertas automáticas del parqueadero y en mi mente aparece el primer pensamiento del día “¿Con qué hijueputa me toparé hoy?”. Luego Otis me habla de la amabilidad mientras se va perdiendo en el ruido de las bocinas que me anticipan la llegada a la Granados.

Luego de 1 sacada de dedo (Como la que jura el Mashi que el chamo Guevara le hizo porque le tiene envidia de sus lindos ojos gatos) me logro incorporar a la Eloy Alfaro. Hoy no juega ni la Liga, ni la selección, ni el madrid. Hoy la pizza no es 2x1, ni se soluciona lo del deportivo Quito, no hay Chucho , el gobierno va a explotar el Yasuní y los gringos van a explotar el planeta. La gente, no está precisamente de buen humor. Y eso se advierte en la Eloy Alfaro y el cruce para subir a la Gonzales Suarez. El semáforo cambia a verde y la señora del Sportage sigue maquillándose valiéndole 3 atados de verga el tiempo del resto. Mientras tanto el señor del vitara encuentran atrás de ella empieza a pitar con fe y alegría en el segundo 0.1 del cambio del semáforo. Un matrimonio perfecto.

Sigo por la Eloy y cruzo la 6 de diciembre, la Shyris, y la Amazonas. Los semáforos se me cagan de risa y cambian a rojo cada que estoy a punto de cruzar. Autos que cambian de carril sin el menor aviso son el pan de cada día. Las direccionales son tan útiles para el Quiteño, como el manual de Carreño para un caníbal.
Vuelta en “U” al final de la Eloy Alfaro y voy arrastrando un mal genio similar al que se cargaba Alfaro cuando lo arrastraron luego de que lo mataron estando vivo (?). Tomo a la izquierda por la Shyris mientras un chapa me rompe el tímpano con su silbato. Ya queda casi nada de la “tenderness” que me recomendaba Redding hace menos de 30 minutos. El carril de la izquierda va ocupado por personas que desean curvar hacia el sur y el del medio y el de la derecha, dominados por buses que en carrera por tomar pasajeros, van haciendo una magnífica demostración de su habilidad para manejar. ¡Simpáticos profesionales del volante que suben y bajan al vuelo a los capitalinos! ¿Qué sería de la vida del Quiteño sin sus ocurridas rebasadas y jerga popular?  Seguramente viviríamos más seguros. Pero que aburrido viviríamos.

La dosis de adrenalina no está completa sin el angelito del 4x4 que te lanza el auto, el comedido limpiavidrios que aunque le digas que no necesitas de sus servicios de limpieza puesto que tu parabrisas fue limpiado contra tu voluntad hace cinco semáforos, se pasará por el orto tu observación. Pero te lo dejará NI-TI-DO.

Subir la Granados nuevamente, encontrarte con el redondel del ciclista y avistar el Monteolivo (que de campo santo no tiene nada) que se asoma en la curva como esperándote a que uno de estos días no soportes tanta amabilidad de la gente y decidas finalmente pegarte el tiro. O agradecer que no vives en Guayaquil.

Nota del autor: Los personajes presentados en este texto, así como los lugares y las situaciones son producto de la puerca actitud que todos tomamos al manejar. Y del Barrera también.