El mundo occidental se ve regido por el
cristianismo y sus ramificaciones. Entiéndase católicos, protestantes, evangelistas,
testigos de jehová, entre las de mayor relevancia social. Difieren entre ellas
en muchos detalles pero podemos estar de acuerdo en que el inicio y fin de su
doctrina es acercarse, ser meritorio de, ganarse el amor de, regresar a,
obtener la gracia de, sentir el amor de, el ser divino que se conoce comúnmente
como dios. El mismo principio aplica para el Islam, el Hinduísmo, y el
Judaísmo en el medio y lejano oriente. Un ser omnipotente y omnipresente. Algo así como Chuck Norris o
Rafael Correa en sabatina.
Todo lo dicho hasta ahora es de dominio
público. O al menos espero que lo sea. La parte innovadora del asunto es el
siguiente.
A este ser dios se le piden favores o
milagros, y a cambio de su gracia divina, el creyente reza y comparte su (no
puedo ponerle otro nombre) alucinación, con su entorno social. El sistema se
inculca de padres a hijos. En pocas palabras, se hace un intercambio “divino”.
Creyente pide, dios concede a cambio de su fé.
Dado el principio básico de transacción
celestial, pongo a su consideración el siguiente escenario. Pepito quiere
sacarse la lotería, por lo que compra un billete de la misma. En su pueblo hay
3 templos. Una iglesia católica, una mezquita y un templo hinduista. Pepito va
a cada una de ellas, y pide sacarse la lotería. Le reza a Jehová, a Mahoma y a
Ganesh. Llega el día del sorteo, y gana el premio. ¿A cuál de las 3 deidades le
atribuye “el milagro”?
Con esa pregunta que resulta ser la premisa
del siguiente texto, doy a continuación una sencilla guía que le lanza un
vistazo de forma objetiva al ritual de la oración. Al denominado “dios” usted
puede reemplazarlo por el nombre de su deidad predilecta.
¿Cuánto tiempo tarda dios en realizar el
favor?
El tiempo, entendiéndolo en minutos, horas,
días, meses y años, será arbitrario. Dependerá del tamaño en importancia del
favor, que puede ir desde 1 siglo para la paz mundial, a 1 semana para la mujer
del vecino. Mientras más grande y complicado sea el favor, basándonos en un
sistema de probabilidades, más tiempo tardará en ser concedido. Aunque muy de
vez en cuando, sale doble cero en la ruleta.
¿Se conceden todos los favores pedidos?
No. Estadísticamente, es muy improbable por no
decir imposible, que cada uno de los deseos de una persona se cumplan por obra
divina. Según este razonamiento, se deduce que a menos favores pedidos, mayor
cantidad de los mismos serán concedidos.
¿Cuál es la tasa de favores concedidos?
Dependerá de la dificultad de la obtención de
los mismos, pero una apuesta numérica lógica, sería 50% concedidos, 50% no
concedidos. Lo gracioso de esto, es que podríamos pedir los mismos favores a,
digamos la luna, una estrella fugaz, un trebol de 4 hojas, el Norman Wray, el
pulpo Paul o el árbol de chirimoyas del vecino, y las probabilidades siguen
siendo las mismas. 50, 50.
¿Hay personas VIP en el salón de la oración?
Sí. Mientras más ingresos económicos,
relevancia social y estética corporal (acorde al modelo impuesto por el
colectivo) tenga una persona, mayores son sus probabilidades de recibir lo
deseado. De ahí la relación entre figuras religiosas (cruces, rosarios, cuadros
de la vírgen, escena de la última cena, presencia del “dios bendiga este
hogar”, texto en el carro “dios es mi copiloto”, oración al final de un
discurso “dios los bendiga”) y personas en la alta escala económica y social.
Este comportamiento se imita por aquellos que intentan obtener los mismos
beneficios que aquella persona “más afortunada” obtuvo. Pruebas alrededor de
nosotros, más que suficientes.
¿Mientras más se rece, más probabilidades hay
de que se conceda el favor?
Explicado de otra manera, existe la
misconcepción de que mientras más se vaya a misa, mientras más padres nuestros
se reciten, mientras más ave marías se recen, mientras más “penitencia” se
haga, mientras “mejor ser humano” uno sea, el favor pedido será atendido con
más urgencia. En pocas palabras, no. Así que tranquilo, usted puede dejar de
ayunar por ese acenso en el trabajo. Tal vez la falta de energía en las
mañanas, es lo que le está saboteando su propio “plan”.
Su elección (si tuvo la posibilidad de elegir
a su “dios”) se ve marcada por su lugar de procedencia. Richard Dawkins expone
que por el hecho de nacer en américa del norte, lo más probable es que usted
sea cristiano. De haber nacido en Oriente medio, tal vez hubiera sido musulmán.
Si su nacimiento hubiera ocurrido en la India, a lo mejor usted se encontraría
en las filas del hinduismo. De haber nacido en la época dorada de Grecia, tal
vez sus oraciones estarían dirigidas a Zeus. O hace 5000 años, pudo simplemente
haber adorado a un volcán en erupción. Y
de todas maneras, las respuestas planteadas en este texto, serían las mismas
sin importar su religión o época en la cual viviera.
Es por el sendero de la lógica, y no el de la
fe, es que iremos hacia la verdad. No sé si llegaremos a ella, pero seguramente
estaremos más cerca que quienes sigan rezando 5 padres nuestros al día.
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