La tonada de todas las semanas son hamburguesas de cartón vendidas por empleados subvalorados. Son farras de 10 dólares no consumibles, en potreros minimalistas. La tonada es radio Disney o 107.7 “yo le meto mi ESTAIL”. La tonada empieza a aburrirme.

La tonada es prender el televisor, y ver a 2 semi modelos, 2 payasos y un marica (sin ofender a la comunidad gay) hablando de la farándula nacional. Empecemos por el punto en que si de hecho tienes que decir “farándula nacional” tal cosa no existe, y suelen ser los 15 minutos de fama que predicó Andy Warhol, aplicados a la fauna tricolor.
La tonada es escuchar discusiones más, discusiones menos y no ver llegar a un acuerdo. La tonada es el gobierno a favor, y la oposición en contra, o viceversa. La tonada sigue siendo la negociación de los intereses individuales antes que los colectivos.
La tonada es que no eres nadie sino tienes dinero, no importa si es dinero mal habido. La razón dejó de importar el momento en que los cheques comenzaron a llegar. Como decía un vendedor ambulante “el que es rico, rico se queda, el que es pobre de igual manera”.
Son taxistas que quieren cobrar la carrera como si te llevaran en primera clase de American Airlines. Son iglesias que cobran peaje. Son cielos que dejaron de ser azules a mediodía, y ríos, ya no de agua, sino de autos. Son chapas que vuelven a cobrar peaje.
Últimamente no me gusta la tonada. No sé si cambiará con el tiempo y francamente sí me importa. Una puteada no resuelve nada, pero no vine a resolver nada. No escribo para solucionar la vida. Hace mucho que quemé el manual de Carreño y use a la biblia para nivelar la mesa. Pero la tonada seguirá hasta que al último de nosotros le hagan formar parte de los caídos en batalla o decida irse a vivir al valle.
Pd: Consejo: instale directTV, TVcable o queme el televisor.
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