Ya saben. Esas personas que por falta de
interés en representar su propia vida, se sienten obligados a representar la de
otros. Los admiramos, nos vestimos como ellos, adoptamos su “look”, vemos sus
películas, fantaseamos con estar con ellas/ellos en la cama (o la superficie de
su elección) o en las páginas de alguna de esas revistas que nos muestran a los
mortales (nosotros) codeándose con los dioses del olimpo (ellos/ellas).
Revistas de sociedad les dicen.
Ellos tienen al mundo a sus pies, por una sola
razón: Saben mentir. Punto.
El hacer creer al resto que ellos no son
quienes son, y que de hecho son mil personas más los hace los mayores
mentirosos del mundo. Por ejemplo Johnny Depp no es Johnny Depp. Él es Eduardo “manos
de tijera”. Él es el agente Shedon Jeffery Sands en "El Mariachi" (pésima traducción de película
por cierto). Él también es Sir James Matthew Barrie en “En busca de Nuncajamás”
y Willy Wonka. Él es un barbero asesino en “Sweneey Todd” y un camaleón
(literalmente) en “Rango”. Y podría seguir con la lista, pero sobre todas sus
máscaras, el és y será por los siglos de los siglos, el gran capitán Jack
Sparrow. Como pueden ver, los actores y sus personajes
mienten más que los políticos y la prensa corruggggta. Y nos encanta que lo
hagan. De hecho hay un evento anual, en el cual se premia a aquel que nos
engañe mejor. Creo que al que inventó ese show le dicen Óscar.
Todos queremos ser Johnny Depp y conquistar
océanos, John Travolta y quedarnos con la mejor del colegio, Al Pacino y matar
unos cuantos hijos de puta con “tu pequeño amigo” , Julia Roberts y conquistar
al millonario/guapo/buena gente, o Sylvester Stallone y hacer patria
ametralladora mediante. Puede que no vayamos a aparecer en otro video que no sea el de la fiesta de
cumpleaños de la sobrina, pero todos somos actores. Que no nos paguen montos exorbitantes
de dinero para mentir, no quiere decir que no lo hagamos y a veces con gusto.
Muchas veces actuamos nuestro paso por la vida, puesto que es mucho más
divertido ser esas otras mil personas que ser solamente, nosotros.
Nosotros los hombres actuamos por 2 razones:
Porque queremos aparentar lo que no somos, generalmente para conquistar a quien
actúa a “hacerse la difícil”, o porque queremos salir de un lío, generalmente
ocasionado por la que “dejó de hacerse la difícil”.
En las mujeres es más complicado el asunto. He
tomado un extracto de “Monstruos y Mujeres” de Marcela Ribadeneira (@VictoriaJoa)
para visualizar mejor el panorama: “Vivimos en un culto a la restricción de las
formas. Y está claro que la homologación de las mismas ha existido siempre;
pero mientras otros instrumentos de tortura han sido erradicado, o al menos
entrado mayormente en desuso, los corsés, las fajas “moldeadoras”, los panties
“levanta colas”, los “push up bras”, las panty medias “full soporte”, las bases
bronceadoras, las cremas blanqueadoras, las permanentes alisantes, las
permanentes rizadoras, los lentes de contacto de colores (…) siguen en pleno
auge y crecida.” (Pueden ver el texto completo aquí: http://matrioska8.blogspot.com/2012/03/monstruos-y-mujeres.html
)
Todos estos “aditivos” para que el producto
genérico (que no lo es) sea mucho más apetecido por el consumidor, resultan
siendo los jalapeños del género femenino en cualquiera de sus presentaciones.
(Comida mala, con ají…)
Claramente, porque somos muy chéveres (o muy
cojudos) nos hemos impuesto reglas tácitas que nos generan al final un molde
que debemos llenar. Ser la mejor versión de nosotros mismos para poder,
finalmente, ir a recibir una pequeña estatua dorada imaginaria que nos premiará
por haber mentido de mejor manera, causando el menor daño posible. Actualmente
actuar, es un requisito, no un talento.
¿La moraleja?
Sé tu mismo… y retírate de la alfombra roja, si’l vous plait.
Al decir lo del jalapeño, quieres decir que no sirve de mucho, puesto que comida mala es comida mala aún con ají? Lo pregunto porque no como ají, en serio, no sé.
ResponderEliminarAhora, desde abajo de la faja, el alisado brillante, el maquillaje perfecto, te digo, no hay mucha opción. (Es decir, una puede salir cara lavada a la calle y ser buena gente, pero no sirve).
En algún momento decidí dejar de fingir que soy mejor de lo que soy, por ejemplo fumando en citas aunque la persona con la que salgo no fume, que me conozca como soy, pero ahí se contradice mi norma de respeto, de no incomodar al otro con algo que puede resultar desagradable. No llegaré a ser Penélope Cruz, ni encontraré un Jason Statham en el camino, quizá todas las cosas que hacemos actuando que somos geniales, es un intento real de ser mejores, la faja está ahí por una razón y no es únicamente estética, pero eso es más complicado de explicar.