“-Espejito, espejito, ¿quién es en la Tierra la más bella
de todas?.
-Tú, mi reina, muy bella, pero…”
En ese “pero” está basado todo el cuento de
Blancanieves. Al menos en la versión de Disney que todos recordamos de nuestra
infancia, puesto que nos dio pereza ir a leer el cuento original de los hermanos
Grimm. En ese “pero” están las ganas de asesinar a alguien que nunca hizo nada
malo (nada malo de lo que sepamos al menos). En ese “pero” están entrelazadas las vidas de una reina mala
con complejo de diva, de un grupo de amigos de baja estatura y dudosa
orientación sexual, de un cazador que no da para sicario, de un príncipe más
oportunista que Graziani en sus buenas épocas, y de una manzana que pudo haber
sido la de Adán.
¿Y todo por culpa de quien? De un puto espejo.
Pensémoslo un momento. El espejo a sabiendas
de los trastornos casi patológicos de vanidad de la reina, decide decirle que es
otra la mujer más bella del mundo. No solo eso. Le dice que ella antes era la
más bella, pero que ahora es una segundona. Algo así como la “Miss Amistad” de
los concursos de belleza. El espejo es quien tiene la culpa de todo lo que
sucede, no la “reina mala”. Reinas malas las hay en los concursos de belleza,
en los noticieros, los hospitales, las escuelas, (en los estadios no, ahí solo
hay imbéciles), y hasta en los cuentos de hadas. Es cierto. Si el espejo
hubiera cerrado la bocota que no tiene (porque los espejos no tienen boca) nada
malo hubiera sucedido. La reina habría seguido creyendo que estaba más buena
que Megan Fox, el príncipe le hubiera barajado a bella durmiente al otro
príncipe, los enanos hubieran seguido trabajando en la mina y organizando sus
pequeñas orgipiñatas, el cazador se hubiera ido a competir a las olimpiadas y
habría ganado el oro en tiro para Alemania y Blancanieves se habría ido a
trabajar como cajera en el recientemente inaugurado Banco Santander.
Bueno, si el espejo no le respondía a la reina
mala, esta lo hubiera partido de un “coronaso real” (dícese de un golpe dado
por una corona diferente a las del Burguer King, osea de oro) o lo lanzaba por
la ventana de su alcoba real. No, no habían “cuartos” sino alcobas, sépalo. Por
otro lado, hubiéramos tenido muy buenos resultados si el espejo recordaba una
canción de Arjona antes de que al guatemalteco le hicieran una lobotomía: “Una
mentira que te haga feliz, vale más que una verdad que te amargue la vida”.
En la nueva versión del libro, blancanieves es interpretada por la "expresiva" Kristen Stewart y la reina por la magnífica (sin comillas) Charlize Theron. Me perdonan, pero cualquier espejo que diga que la primera está más buena que la segunda, es un espejo meritorio de 10 latigazos, con posterior azotada con rama de ortiga y baño de agua helada no potable.
Espejos mágicos los hay también en todas
partes y somos todos los imprudentes que no nos callamos cuando debemos
hacerlo. El saber que tu novia lleva una blusa horrible y decirlo, es suicidio.
El saber que tu jefe es un imbécil, y decirlo, es despido. El saber que tú no eres
lo más lindo que ha visto el mundo, y decirlo, es honestidad. Y por eso caminamos
espejos y hombres por este mundo, diciendo lo que pensamos y recibiendo
cachetadas, o causando el asesinato de un tercero.
Solo me queda el preguntarme, si la reina hizo
lo que hizo tan solo sabiendo que había 1 persona más bella que ella sobre el
planeta, ¿qué hubiera hecho si el espejo le decía que estaba gorda? Amigos
míos, están avisados.
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