domingo, 14 de agosto de 2011

Así pasa cuando sucede

Hay días en que cada acontecimiento calza perfectamente con el siguiente como si de una canción de 16 horas continuas sonara a la perfección. Eso es considerando que usted duerma las 8 horas que le recomendó su doctor, o la revista que estaba ojeando mientras esperaba su turno en el banco. Hay otros en los cuales cada acción es un hecho aislado. Días en que nuestra perfecta sinfonía de sincronización y cronología se asemeja más a una mezcla aleatoria de un dj bajo los efectos de licor de los Ríos y un porro.

No importa la clase social en la que se encuentre usted. La variación de los días no respeta esta condición. Un día los semáforos pueden ir de verde en verde, las calles libres de autos, y “We are the champions” suene bajo un Freddy Mercury que sonríe desde algún paraíso gay. Otros, se le derramará el café en la única camisa planchada que tenía, a su novia se le atrasará el período y en la radio no sonará nada más que Fanny Lu o Justin Bieber.

Muchos le atribuyen este efecto dominó, de malos eventos seguidos a “levantarse con el pie izquierdo” o la desalineación planetaria. Si usted se encuentra en este grupo, la solución será atarse el pie derecho a la pata del velador. Tienen el mismo efecto dormir abrazado a una pata de conejo o llevar un rosario bendecido por los 15 últimos Papas. El resultado será el mismo. ¿No me creé? Arránquele la pata a su conejo, y mire si al siguiente día tiene un buen día.

Por otro lado, estamos los que sabemos que esta variación de condiciones no se debe más que a las decisiones conjuntas de las personas, las cuales como una cadena invisible nos afectan a todos. La decisión de un tipo en la china, puede que haga que usted el día de mañana le compre rosas a su mujer o le parta la cara a alguna chica. Tenemos al Bolillo de ejemplo. De buen ejemplo.

El hermoso planetita en que vivimos se encuentra bajo leyes que nos afectan. Unas serán excelentes, y atribuiremos nuestro genial desempeño al shampoo anticaída, la energía del anillo de los 7 metales del Walter Mercado, o al libro pirata de autoayuda que leímos ayer. Talvez no sean tan buenas en algún día determinado y nos resignemos a que “tenemos mala suerte” o que el tipo invisible que vive en los cielos y casi ahoga a todo el mundo una vez que se emputó, piensa que no es lo mejor para nosotros.

Les aseguro que este lunes llegarán tarde al trabajo, le echarán la culpa al tráfico o al Barrera (pues ambos se prestan como excusas perfectas por lo inútil de su existencia). Trabajarán 5 de las 8 horas, llegarán tarde a casa nuevamente por los chivos expiatorios antes mencionados, le llevarán un sobre a su novia con las facturas del mes y se sentarán a ver el noticiero mientras piensan que “mañana será otro día” como los convenció Topo Gigio en su infancia. Es que la estupidez humana no conoce límites, y en especial la de los hombres ha logrado descalibrar las alarmas, procrastinar en el trabajo, anular la existencia de las floristerías y desaparecer los libros del mundo.

“Life is what you make of it” (La vida es lo que haces de ella)

Y por favor, no le echen la culpa al stress, que eso se cura con un polvo.

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