sábado, 21 de mayo de 2011

La nostalgia no es de ayer…

“Siempre intentamos matar el tiempo, siendo inconcientes de que él nos acabara por matar.”

Este escrito no sale de una frase, sino de una noche, no de copas, sino de botellas como muchos otros. Dicen que los niños y los borrachos dicen la verdad. Yo soy ambos y por ende, lo que les voy a contar, es doble verdad.

Me encontraba la noche del viernes, junto a @juanchoalme discutiendo la idea de un negocio. Obviamente con cervezas. Me dijo que su prima cumplía años, pero que sería una fiesta de colegio, por lo que la noche no garantizaba nada. O garantizaba mucho. Cuatro cervezas, un vaso de malibú y una funda de papas fritas, después, nos encontrábamos llegando al lugar de los hechos.

El lugar estaba dividido entre un área de piscina, y una sala techada. Se podía usufructuar de una barra libre de zhumir y una noche estrellada.

Entramos, pues, y la primera escena que me impresionó fue la de dos muchachos jugando a golpearse (en broma) con otros tantos atrás, haciendo barras y alentando a cualquiera de las partes. Pensé “En mis tiempos, no éramos tan estúpidos” a lo que escuché a mi amigo decir “¿Te acuerdas cuando hacíamos eso?” y entendí que mi memoria es selectiva. O que se dañó en esas épocas.

Seguimos nuestro andar, percatándonos de una mejora en la calidad física de las asistentes al evento. Traducción: en nuestros tiempos, habían más feas.

Finalmente nos encontramos en la barra libre. Un par de tipos de veintitrés, y veinticuatro años en una fiesta de muchachos desde dieciséis a dieciocho años solo pueden hacer dos cosas. Aprovechar la edad para levantar algo, o aprovechar la edad para la barra libre. Optamos por la segunda. Puede que la edad ayude, pero la pinta no.

Lo curioso de esta noche, fue el reconocerme y reconocer a muchos amigos del colegio, en estos chicos de colegio. Pensaba “Ahí está la versión joven de tal, o él, podría ser cual”. Empecé a recordar los tiempos del colegio. Las farras. La joda. Los amigos. Los no tan amigos. Los adelantados a su edad. Los terriblemente atrasados (¡Atrasados dije, no retrasados!) como yo. Los que vacilaban con una chica diferente en cada fiesta. Los que no sabíamos la fórmula de hacerlo. Los que terminaban echo trapo luego de par tragos. Los que bebían como si fuera agua. Los que no bebían. Las chimeneas humanas. Los que sabían bailar. Los que su gracia al echar un par de pasos era comparable al de un orangután. Los que sabían la fórmula para saltarse el paso del baile. Los bronquistas. Los que nunca han tenido una pelea en su vida. Las que traían novios de otros colegios. Las que no conseguían uno ni en el propio. Las chicas y sus coreografías. Las que preferían quedarse sentadas. Las que no iban. Las que se quedaban hasta el final. Las que bebían más que uno. Las que vomitaban más que uno. Las que se chumaban por presión. Las que ni presionadas se chumaban. Las que tenían para decidir entre muchos. Las que no podían decidir y eran ellas las que esperaban ser escogidas. Las que bailaban con uno por ser amigo. Las que no querían ser más que amigas. Las que lloraban contándonos de sus despecho de turno. Las que hacían llorar a uno. Las que se grabaron en la memoria como un grato e inalcanzable recuerdo. Las que ya no recuerdo.

Todos estos personajes, aparecieron en esta fiesta, a la cual yo y Juancho fuimos. Ambos personajes caducados para la ocasión, cabe destacar. Pero el verse reflejado en un muchacho de esa edad, indiferente ante las muchachas, ante los amigos, ante el momento. Eso hizo que me diera un irrefrenable impulso de tomarlo de los hombros, sacudirlo y decirle “¡Huevón! Aprovecha esto que tienes ahora. Nunca en tu vida, estos momentos se repetirán. Jamás, volverás a tener la edad que tienes, ni volverás a vivir estos momentos. La vida luego, es más jodida. Más divertida, más difícil. Definitivamente distinta. Pero, nunca volverá a ser igual. Si quieres beber hasta desmayarte, hazlo. Si deseas estar con tal o cual chica, hazlo. Porque cuando tengas mi edad (la cual no es mucho, pero confieso que me sentía como padre de familia) y estés en mi posición, querrás, pero no podrás volver”.

No lo hice. Nunca he sido de actuar. Más bien soy de los que reflexionamos, y nos hacemos una historia en la cabeza con las palabras “y que tal si…” como inicio de cada oración. Un cobarde del tiempo. Un ejemplo del condicional.

Me sentí, insalvablemente viejo. Lo que yo recordaba como una fiesta de ayer, resultó ser una fiesta de hace más de cinco años. Una vida de hace más de cinco años. Un tipo atemporal. Un hombre que no es tal. Un niño que dejó de serlo y aún lo es. Un cuerpo que pide regresar. Una mente, que no quiere mirar hacia atrás. Un recuerdo nostálgico. Unas ganas de volver. Un deseo de parar.

Todo eso en una noche.

Parece que ayer fue cuando celebrábamos en el salón de aquel hotel, el fin de una época. Parece que fue ayer, cuando bailábamos con nuestras madres, y las chicas con sus viejos, un bals del que no me acuerdo. Pregunto ¿Qué chucha celebrábamos? ¿El fin de la edad en que no sabíamos que era la más descomplicada? ¿El acabose de los buenos años? La respuesta: Sí. Justamente celebrábamos eso, pues no sabíamos lo que venía. No estoy menospreciando al presente, el cual me es más benevolente que el pasado, pero sin embargo lo extraño.

Los extraño muchachos. Y a la vez, no. Sé que cada uno está labrando su camino. Sé que yo lo estoy haciendo. Que bueno sería volver a verlos a todos juntos, y que grande sería seria verlos a cada uno por su lado. Logrando sus sueños. Sabiendo que no se traicionaron en el camino. Siendo testigo de lo que no puedo ser testigo. Saber sin saber, que o lograron. No importa que. No importa como. Solo importa el saber que están por lograrlo, o que ya lo hicieron.

Extraño su joda. Su bulla al inicio de cada clase. Su terrible bulla al sonar el timbre del recreo. Su estupidez. Sus aciertos. Sus lágrimas. Su risa. Su abrazo sincero. Su sincera indiferencia. Su saludo. Sus momentos. En fin, lo que éramos. Lo que no somos. Lo que seremos.

El tiempo pasa. El tiempo pasó. Yo me doy cuenta hoy, seis años después. No sé que nos deparen los seis años siguientes. No sé si estaremos los seis años siguientes.

Pero solo quería que sepan una cosa: Cuando fuimos chicos, fuimos grandes…

1 comentario:

  1. Un testimonio del tiempo, una hoja del presente que habla del pasado, pero una memoria que vivirá por siempre.

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