lunes, 27 de junio de 2011

Carta al hijo que no tengo

Hijo/a:

Al empezar esta carta, la única cosa que tengo clara es que no tengo nada claro. Quisiera hablarte de todas las cosas maravillosas que tiene el mundo para ofrecerte, pero hace un par de años renuncié a decir mentiras por amor. No sé si te conoceré cuando tenga 35 años y un empleo decente, o a los 24 años y siga siendo el tipo que se avergüenza de si mismo ante el espejo. No sé lo que es un empleo decente, eso te lo puedo asegurar.

No sé si serás un niño o una niña. No sé si nacerás con alguna enfermedad que las iglesias suelen disfrazar con la palabra “bendición”. No sé si serás. Ni siquiera yo sé si soy. Hay muchas veces en que suelo no ser. Más veces de las que soy.

No quisiera arruinar tu infancia, pues a mi me dieron la oportunidad de creer en mundos felices hasta los 14 años. Supongo que te permitiré esa misma felicidad que ya no me acompaña estos días.

Tus abuelos, sus padres y los padres de sus padres te heredaron un mundo que está literalmente en la mierda si no tienes dinero. No me culpes a mí, el mundo ya estaba así cuando yo llegué. Por mi parte, haré lo posible para que tengas lo que yo tuve, no lo que no tuve.

Espero que cuando llegues puedas jugar en las calles como yo lo hacía, sin miedo a secuestros, robos, violaciones y demás efectos secundarios del “progreso”. Espero que logres ensuciarte con lodo, que huelas la tierra luego de que la lluvia la ha bañado. Deseo que escribas tu nombre en el árbol que aún no planeo plantar, y juegues con los perros que no te he comprado.

Preferiría que no heredes ni mi nariz de loro, ni mi progresiva calvicie, ni mi mal genio. Y si lo haces, no heredes la preocupación por los mismos, ya que no sirve de nada.

Te encontrarás con mucha gente que forma parte del paisaje. Otros pocos a quienes llamarás amigos y que invitarás a la casa, para que los conozca y juzgue erróneamente si son una mala influencia para ti. Hallarás algunos que disfrutarán de tus caídas. Muchos que festejarán con tus logros si se encuentran beneficiados de ello. Ninguno que no te traicione sin antes traicionarse él mismo. Ni siquiera yo. En especial yo.

Le fallarás a mucha gente y aprenderás de ello no por ejemplo sino por experiencia. Lastimosamente el mundo no es como quisiera, pero yo tampoco soy como el mundo quiere, y eso ha sido un problema para ambos.

Harás felices a muchas personas, dentro de las cuales estarán tu madre, yo, el dueño de la fábrica de pañales y el pediatra. Seguramente jugaré contigo en algún parque, con algún juguete absurdamente caro y didácticamente aburrido, y tú preferirás perseguir a una abeja. Te caerás y tu madre me gritará. Te besaré y dejarás de llorar. La besaré a ella y me seguirá gritando. Son cosas del cargo.

Amarás y te partirán el corazón. Luego volverás a amar con más cautela y menos entrega, y le partirás el corazón a alguien más. Algunas veces sabrás cuando hiciste daño. La mayoría de veces no. Si eres una niña, seguramente interrogaré al pretendiente que tengas, haciéndolo sentir incómodo, disfrutando al fin, el estar del otro de la puerta. Lo siento, son de los pocos placeres políticamente incorrectos de la vida, que aun me son permitidos.

No sé si nacerás bajo un matrimonio. No sé si nacerás en un lugar distante, huérfano de padre. No sé si ya naciste y solo me resta el conocerte para que me odies por completo y no a medias. Las cosas hay que hacerlas bien o no hacerlas.

Te puede parecer dura esta carta, y posiblemente me la restriegues en el rostro cuando aprendas el significado de las palabras no por su concepto, sino porque las hayas vivido. Hasta entonces, esperaré pacientemente la bofetada (en sentido figurado) que me merezco, mientras disfruto del amor que me brindas, sin cobrarme por las sonrisas que me lanzarás.

Lo único que tengo listo para tu llegada es un nombre, una carta y un miedo que nunca había experimentado. Quiero que me disculpes por las vergüenzas (que las disfrutaré) que te haré pasar, por los errores que cometa contigo al momento de educarte y mal-educarte. Por los momentos que estaré ocupado de las cosas urgentes sin percatarme de las cosas importantes. Por los “Te amo” que callaré, los “lo siento” que no diré.

No sé cambiar un pañal, ni me interesa hacerlo. No sé a que edad caminan los niños, ni si un biberón está lo suficientemente tibio. No sé a que edad empezarás a caminar hacia mí, ni a que edad lo harás lejos de mí. No soy un sabio como muchos libros acerca de padres te mentirán. Tengo 23 años, pero poseo el alma de un viejo jubilado. No tengo nada nuevo que Wikipedia no te pueda enseñar, y agradezco que así sea, pues mi conocimiento, para cuando llegues, será obsoleto.

Como ves, te enfrentas a un mundo jodido, y a un viejo más jodido aún. Encontrarás Esperanzas sin esperanza. Conocerás Dolores sin dolores, y Alegrías sin alegría. Yo sigo intentando entender al mundo, no dejaré de hacerlo, pues tengo la ilusión de poder explicártelo, como tu abuelo sigue intentando explicármelo.

No me preocupa la carrera que decidas seguir, mientras sea algo que te haga feliz. No me preocupa la orientación sexual que tengas (aunque preferiría una hermosa pequeña lesbiana que nunca llegue con la noticia de un embarazo), mientras sea algo que te haga feliz. No me preocupa el lugar en el que vivas, el auto que tengas, ni la ropa que uses, mientras seas feliz.

Solo espero que cuando sea viejo de cuerpo, pues de alma ya lo soy, vengas a visitarme. No menos de 1 vez al mes. No más de 3. Y que me recuerdes quien eres, pues seguramente yo ni siquiera sabré quien soy.

Por último, disfruta de esos momentos hermosos de la vida en que una risa lo es todo. En que el orgasmo viene acompañado de algo que suelen decirle amor. Momentos en los que la vida parece algo digno de vivir. Son esos los momentos que recordarás, en el caminar solitario de una día cualquiera, al final de un almuerzo con amigos y familia, o al despertar con, no una persona, sino con esa persona. El resto es ruido. Llano y simple.

Disfruta el ruido, hasta que llegue el silencio.


Te ama, tu (aún no) viejo.



Pd: si te haces del "Quito" cagaste...

2 comentarios:

  1. Va por este medio también:
    Me encanta. Debería imprimir esto como prueba de que eres capaz de decir algunas palabras que ,hasta hoy, pensabas imposibles, jaja. Bueno, ya hablando enserio, me gusta mucho este post. Supongo que algún día JD o MC podrían dar su opinión......pero mientras tanto te diré que cada vez escribes mejor, y me alegra.Pienso que al escribir, se ve la mezcla de lo que siente el corazón y piensa la mente. Y esto provoca una fusión casi "perfecta" (digamos , jaja) de lo que el ser humano ES y de lo que le hace SER (chuta, será que me logré explicar???...me avisas! ja) . Repito: ME ENCANTÓ. pd. te amo.

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  2. Por esas notas del machismo de mierda, es raro que un hombre hable abiertamente de la paternidad. Y vengo y leo lo tuyo y me identifico, me acuerdo de algo parecido que hice (se llama Los Hijos; lo encontrarás en mi blog) y me siento en confianza. Me siento bien, muy bien. Te agradezco por el buen momento que me diste con este texto genial.

    Pd (fuera de lugar), ja!: ¿estás en Tuiter?

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