domingo, 29 de noviembre de 2009

La misma historia de siempre...

Todo amor pasado es como un clavo. Se nos va metiendo de poco a poco. Progresivamente avanza, haciendo a un lado cosas que creíamos importantes, pero ahora ese clavo ocupa específicamente ese lugar. Se hace placentero el martilleo (y no me refiero a “ése” martilleo) y creemos que no hay forma en que las cosas vayan mejor. Hasta que decide salirse el muy hijo de la valiente, y nos deja un orificio del tamaño del cráter del Cotopaxi.


Vamos por partes. Entiendo que uno debe toparse con varios clavos en la vida para encontrar al final, el que se amolde y no se salga como previamente lo hicieron sus semejantes. La pregunta es: ¿Con qué se llenan los anteriores huecos?


Sentimos el corazón (y el cerebro, los brazos, piernas, pulmones, ojos, etc) como la Av. Amazonas en pleno invierno sin repavimentar. Buscamos llenar los baches emocionales de alguna forma. Entramos en las tan conocidas fases post-ruptura. Nada parece funcionar, así que nos lanzamos a morir.


La depresión, un fenómeno químico, nos invade y tendemos a pensar que no hay nadie más en el mundo como ella (No consideramos que la mitad del planeta está lleno de mujeres y que hemos conocido menos del 0,01% de ellas). Nadie que nos entienda como lo hizo ella (Sí. Claro). Nadie que nos ame como lo hizo ella. (La aseveración ya de por sí es contradictoria)


¿Nadie que nos arranque el corazón, aún latiendo, y de paso baile “tap” sobre el mismo?

Nos rebanamos el cerebro recordando los buenos momentos, lo magnífico del pasado, pero tan cojudos de olvidar las peleas y discusiones, así que al final nos llevamos el recuerdo de la oveja, pero no la del lobo que se escondía bajo su piel. Así que después de llorar y de tener mamados a nuestros allegados, despertamos y nos damos cuenta que ella no era tan… tan así como ella.


Marcador: Tú 0, ella 1. Pero no te preocupes, viene el contragolpe.


Después de llorar (La cantidad pudo haber llenado la represa de paute), y sentirnos más miserables cada vez (Porque el primer recurso que usamos para recuperarla es que sienta pena por nosotros. Claro, como si la imagen de un hombre llorando fuera tan atractiva como para hacer que ella vuelva) y hartar a nuestros amigos, literalmente teniéndolos al punto de querer ahorcarnos, recibimos una cachetada de la vida, un golpe que nos hace reaccionar. No de la mejor manera. Así que ahora al ser añorado, se le dan características menos… digamos, favorables. La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena- nos decían. Pero, en el caso de que muera mi alma, no voy a morir solo.


Decidimos una estrategia que haga que ella sienta celos al punto de que salta una vena en su rostro (generalmente encima de la ceja derecha), declaramos la guerra, y enviamos todo el veneno para sentirnos mejor. La miseria ama la compañía. Acuden a nuestra mente las ideas más siniestras y los deseos más oscuros. Somos capaces de imaginar los eventos más insólitos, que se alineen los planetas para que en el momento justo, en el lugar indicada, aparezca ella, llorando, rogando por volver, y tu te encuentres con una rubia de 2 metros, despampanante, en la mitad de un beso pasional, negándole la oportunidad de volver. Como lo dije antes, imaginamos la venganza. Pero no la consumamos, porque en el interio todavía tenemos algo de aprecio por ese ser. O porque somos muy maricas. Nos reencontramos con los amigos que los teníamos abandonados. Vuelven las fiestas, los tragos, y nos volvemos a abrir al mundo femenino.

Finalmente después de tanto derramamiento de sangre en nuestras mentes, vuelve a su puesto lo que llamamos “madurez” y nos hace entender que el hacer daño no va a hacer que nos sintamos mejor con nosotros mismos.


A Dally le funcionó (Si no lo entendió, vea más seguido a “Los Simpsons”). Así que volvemos a recordarla con sus defectos y virtudes. La volvemos a ver de forma completa. No solo lo bueno. No solo lo malo.


Cuando un perro te muerde, ¿Le lanzas una piedra, seguida del correspondiente insulto, o lo buscas para darle besitos, abrazos y declararle tu amor eterno? Entonces ¿Dónde queda la lógica cuando ella nos hiere, y aún así la seguimos buscando?

1 comentario:

  1. eres un genio loco!!! bien amigo en serio tienes muy buenas ideas!!! y gracias x todo amigo!!! en serio me has ayudado!!! suerte y sigue adelante, de segiro llegaras muy lejos..!

    att. Andrés F. Miño B.

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