miércoles, 27 de octubre de 2010

De los libros y sus títulos

Leyendo “reviews” de libros que recomienda cierta revista, me he encontrado con lo que me encontré hace mucho tiempo. Títulos de libros. Esta vez se preguntarán, ¿Y ahora este man con qué nueva cosa está inconforme? Bueno es fácil.

Los libros, como las personas, se juzgan por su portada. Que nadie me venga a decir que lo más hermoso de una persona va por dentro. Seguramente debería ser así. Pero no lo es. Y mientras tengamos cosas como MTV, E! Entertainment, Concursos de belleza, Karl Lagerfield o Cecilia Niemes (a nivel bastante parroquial) tampoco lo será.

Puedes ser un tipo repinta, musculoso y ser lo más aburrido del mundo. O ser lo más feo que ha pisado la tierra y por dentro tener las ideas más inteligentes, los pensamientos más creativos o los principios más rectos (nada que ver conmigo). Las mujeres se quedarán con el primero, y las botellas con el segundo.

En el caso de los libros sucede algo similar. Un ejemplo hipotético aplica a la situación. Por ejemplo si el título de la obra dice “El caracol errante” y la obra trata de los problemas socio-políticos de la Rusia del siglo XIX. ¿Qué mierdas tiene que ver un caracol con esto? Me enfada de manera profunda el engaño del título. Me enfada también el precio del mismo, así como la foto del momento de “reflexión profunda” en el cual se encontraba el autor cuando se la tomaron. O eres escritor, o eres modelo. Y quien sea ambos, no será más que un travestí de fama y letras.

Está bien que existan metáforas y símiles para que el libro “venda”, pero no hay que exagerar. Un título que promete lo que es, por ejemplo, “La insoportable levedad del ser” o “El principito” se lo lleva en la memoria y en la recomendación. Un título que no tiene nada que ver con su contenido es “El color Púrpura” y me niego a pensar que se trata de una alusión racial.

Si tienes en la portada de tu libro un perro azul, pero tal canino sin oxígeno no aparece en el libro, ¿Para qué molestarse? ¿Cuál es el punto? Si mi libro trata del viaje de un inmigrante a estados unidos (que nadie me joda por no poner mayúsculas en ese país), no voy a poner el dibujo de una alcachofa roja. Pondré la foto de un caminante, de un paisaje anglosajón, o de la estatua de la libertad (no la del panecillo porque aquí como que la libertad también migró).

2 comentarios:

  1. Uno más, y de los buenos!
    La venta casi le ganó la batalla al contenido, entonces poner algo en la portada ya no va de la mano con lo que dice un libro. (No siempre, pero ahí está) Así que si se ve "bonito", todo está perfecto. Con tal de que se venda...todo bien. Pero no por eso hay que caer en decepciones de escritos...jaja Los que todavía aprecian la lectura (y el arte de escribir [o, en su defecto, el intento de])no pueden dejarse caer por estas cosillas... a seguir escribiendo que los que leen "sesudamente" lo hacen por el significado de las palabras.Y los que leen por leer...bueno...eso deja ganancia "monetaria" si se vende un libro o algo ja (en ambas formas "ganas", aunque creo que es preferible la primera, ha de ser más placentero saber que quien te lee,se "llena".)
    (Creo que ya me estoy enredando mucho, así que voy a concluir esto).

    No dejes de escribir, acuérdate de la loca de la casa! (con todo y fantasmas, sigue para adelanteee! ja)
    Me encanta leerte.

    Yo.

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  2. No sé si es ira o irreverencia total pero, calma los ánimos o utilízalos para escribir con mayor pasión. Los escritores escriben, los publicistas venden lo que los otros no pueden vender, así funciona... lo importante es que tus ideas y palabras no decaigan. Quien aprecia lo bueno...siempre lo hará. TKM Besos.

    Susana Naranjo Espinosa

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