martes, 16 de noviembre de 2010

Crónica de una vacación anunciada

Cansado de tanto quiteño y lluvia de improvisto. De tanto vendedor de “2 caramelos por 25 ctvs y 5 por 50ctvs”. Cansado del facebook y de las comodidades de la ciudad, decidí tomarme unas vacaciones muy bien merecidas. El panorama se veía prometedor. 3 noches 4 días en la magnífica y sobrevaluada área de Casa Blanca, en Same – Esmeraldas. Amigos (digo amigos porque nunca vi una “conocida” o quien quisiera serlo), familia (es decir mi hermano y la soledad. Y la soledad no es una persona), sol (el cual oportunamente apareció el día que no me puse bloqueador solar y me encontraba a 10 km de la sombra más cercana) y alcohol, el amigo que nunca falla.

Salimos de Quito con esperanzas de sol, playa y arena un domingo a la media noche. El sueño de todo serrano estresado. Comenzó desalentador el viaje cuando constatamos que en el bus con destino al paraíso, solo iba la población autóctona de tal lugar. No me malinterpreten, pero la recreación de la vista es necesaria en cualquier viaje de placer. En nuestro caso, tal recreación solo se vio semi-cumplida con las que vimos en la barra de un bar en la playa. Deliciosas y listas para entregarse a nosotros. Las llevamos al departamento para tener más comodidad. Finalmente, y sin más preámbulos las tocamos pero se sentían muy frías, aunque irónicamente deseábamos que estuvieran así. La satisfacción que nos produjeron, fue tal, que teníamos que repetir la dosis. Y es que en la repetición está el gusto, y sino que lo diga Velasco Ibarra. Pero después de tantas de ellas uno se cansa, así que decidimos parar un poco y cambiar esas cervezas por un “fuerte”; Llámese “fernet”, “ron”, y “whisky”.

Ir a la playa en temporada baja es una mentira. Primero porque no existe tal “temporada baja” debido a que si no era por los 2 o 3 rezagados del feriado y los 7 fantasmas que me visitaron, lo más cercano a vida inteligente que hubiésemos encontrado hubiera sido un perro con sarna o un hincha del emelec (decidí darle un respiro a los del barcelona).

Nos encontramos con gente dentro del condominio donde nos alojamos. 3 amigos bebiendo (incluyéndome) y 4 familias sobrias, independientes, funcionales y felizmente separadas por metros de distancia y paredes de concreto no se mezclan bien. Como agua y aceite. Como la educación y la UNE. Como luchar por la paz. Así que el mejor amigo de 3 hombres solos, se hizo presente de forma de alcohol y nos acompaño en sus diferentes estados. Algarabía, desinhibición, estupidez, sueño y chuchaqui. No necesariamente en ese orden.

Las chicas bellas, jóvenes, bronceadas y antipáticas, fueron reemplazadas por señoras de carnes mal equilibradas, cabello muy corto, andar todo-menos-sensual y muy amigables valga decirlo. Prefiero las segundas. Sobrio. Las noches de música, baile, pecado, licor y amaneceres se convirtieron en… Bueno, en noches de licor.

Como a nivel del mar me vuelvo más deportista y pendejo que a 2800 msnm, decidí una mañana nublada de martes, ir a trotar un poco. Como para buscar civilización y matar el chuchaqui. Confieso que no encontré un alma pero sí me encontré a mi mismo. Me encontré a mi mismo sin bloqueador solar, con un astro mayor sorpresivo y asesino, a 10km de la sombra más cercana, a 1dólar (el cuál no lo tenía) de la botella de agua más fría, y a 15 minutos de tener una quemadura de 1er grado en ambas plantas de los pies. Sucedieron todas las anteriores.

Y es que todo buen serrano debe regresar con su dosis de quemadura solar, de picados tropicales y de gafas de “a dólar”. Como Ecuador es un solo cliché, las 2 anteriores se cumplieron. No la última porque insisto, no había un alma en la playa ni en mi cuerpo. Lo que sí había era un color, rojo ferrari en la parte superior de mi anatomía. Y mordidas en todo mi cuerpo, pero no de mi novia. No, que te muerdan los mosquitos no cuenta como traición.

La quemadura de color rojo intenso, como se ponen los policías cuando Correa da la cadena semanal, fue cubierta por aloe vera para reducir el ardor. Ahora no solo era un camarón con bermudas, sino que parecía un Hulk desteñido y flaco. Los colores verde y rojo, no se mezclan para nada bien sin importar lo que nadie diga. Navidad es una excepción. Al igual que el sweater de Freddy Krueger y las plantas de ají.

El día siguiente prosiguió con un excelente desayuno, precedido de unos excelentes cócteles y un, mejor aun, estado “happy”. No lo digo porque nos hayamos hecho amigos de los fans de Bob Marley en Esmeraldas, sino que para uno entrar en un estado de chuchaqui, debe pasar de beber mucho a no beber. La segunda no ocurrió. Y en ese estado nos sorprendió la noche con el partido de la Liga. El triunfo fue muy grato. Creo que el grito de gol de nuestra habitación se escuchó hasta Mompiche. Lo que le siguió al partido fue un no muy claro argumento sobre la contratación de “Goku” a las filas del Manchester United según el anfitrión. No divulgaré su identidad, porque yo nunca me burlaría de mi amigo Juan Andrés Almeida.

La mañana siguiente fue más bien de descanso. ¿A quien miento? La limpieza del departamento, así como la lavada de platos, y el hecho de empacar fue agotador.

Nos despedimos de Casa Blanca como uno se despide de su novia luego de una pelea sin resolver: Enojados pero sin ganas de irse. Aun tengo estragos de la nostalgia que supone el abandonar lo cual supones que es tu hogar lejos de tu hogar. Si fuera por mí, me quedo a vivir entre cubas libres y ancianas. Los primeros para aflojar la lengua y las segundas para conversar. Y específicamente en ese orden.

Para nuestra sorpresa solo se rompieron 3 vasos. Creo que el resto de cristales rotos que escuchamos a lo largo de nuestra estadía, fueron de aquellos que nos lanzaban floreros para que hagamos silencio. Seguro nos extrañarán…

1 comentario:

  1. Ingenioso, mezclado con realidad y sarcasmo...jajajaja me has hecho reír mucho, gracias por eso. Besos

    Susana Naranjo Espinosa

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