miércoles, 4 de julio de 2012

En nombre de la des-igualdad.


Los hombres y las mujeres tenemos los mismos derechos y responsabilidades, o al menos eso dice la constitución de la soberana república del Ecuador. Poseemos similar destreza para realizar la misma actividad excepto por aquellas que son propias de cada uno debido a las limitaciones que la naturaleza ha nos ha impuesto. Por ejemplo, los hombres no pueden dar de lactar a un bebé, o las mujeres no pueden entender un offside. (No se me ocurre algo que una mujer no pueda hacer mejor que un hombre).

Estamos viviendo el año 2012. El año en que se dice que el mundo se terminará, y por eso este será un buen año para mí. Pero lo que quiero decir es que finalmente se ha dejado atrás el pensamiento de que una mujer es inferior al hombre. Hasta este punto estamos a la mitad del cliché, así que antes de que se levante de su asiento o cierre la página, deme un voto de confianza y sigan leyendo.

Es lo contario. Las mujeres son superiores a los hombres, y es por eso que fueron subyugadas tanto tiempo. Ahora que la libertad y la igualdad se esparcen por el mundo como la peste bubónica en la edad media o los anuncios de movistar en la actual, solo nos queda aceptar la innegable realidad: Cuando Nietzche se refería a “super hombre”, no hablaba de Clark Kent, sino de Heidi Klum. Usted defiende la igualdad de género pero que aun así sigue pagando las cenas, moteles, flores, condones, vacaciones o la pastilla del día después. ¿Igualdad? No señores. Si no se dieron cuenta, perdimos la batalla de la igualdad el día en que Marilyn Monroe posó sobre un ventilador en alguna calle de Nueva York. O pudo haber sido mientras Sabrina cantaba “Boys, boys, boys”. Si usted piensa algo distinto, seguramente acabó de salir del cine, viendo una comedia romántica de Woody Allen. Película (canguil, gaseosa, nachos, hot-dog, y snicker) por la que usted pagó.

Nunca hemos vivido una época en las cual las mujeres hayan tenido tanto poder, como esta. Es cierto que aún la mayor parte de la riqueza del planeta es controlada por el género masculino. Es también cierto que ese patrón, si el mundo tristemente no se termina este año, cambiará en los próximos años. Y no hablo solo de poder económico. Cada vez más mujeres están en el mundo de la política, los negocios, la comunicación, las ciencias, el arte, la literatura. No pasará mucho tiempo antes que vea la Champions League, pero será con jugadoras. Cosa que, debo admitir, hará el juego más interesante de lo que ya es. Digo, en la parte del intercambio de camisetas.

Si pudiéramos de alguna forma averiguar la procedencia por género del dinero gastado en cualquier centro de diversión, llámese este restaurante, bar, discoteca o cine, puedo decir sin miedo a equivocarme que los hombres van ganando (o perdiendo, según se vea) por goleada. En otras palabras, sin la inversión masculina, más del 50% de estos negocios se van a la bancarrota. ¿No me cree? ¿Cuándo fue la última vez que su agarre/novia/esposa le invitó a su restaurante favorito? No cuentan ni los cumpleaños, ni los aniversarios.

Ahora, este resultado no es solo la consecuencia de un fenómeno que sucedió de manera esporádica evolucionando hasta llegar a nuestros días de la forma en que llegó y no pudo haber llegado de otro modo. En otras palabras, ellas saben que tienen el poder, y saben como usarlo. Si no entendió lo que acabo de decirle, lo pondré de forma más burda y con un lenguaje más coloquial. Ellas nos tienen agarrados de las pelotas. Pero no me crea a mí, experiméntelo usted mismo. No de forma literal, claro está.

Pero vayamos más profundo. Con este ejemplo demostrará que el hombre no es igual a la mujer y de una vez por todas: Siendo A el hombre y B la mujer, podemos sostener que el clásico cortejo sucede de la siguiente manera (Utilice la letra que más le guste). A siempre se acercará a B. B decidirá si tiene interés en haciendo un rápido análisis y posterior avalúo, que entre otras cosas contemplará los rasgos faciales, nivel económico, nivel cultural, tipo de roce social y estructura corporal de A. Luego, las matemáticas nos dirán si A es merecedor de la atención de B. Haremos un paréntesis en la crónica para aclarar, que siendo una frase infalible y siempre correcta, en este caso y solamente en este caso, el orden de los factores alterará el producto. B jamás será A. Si por algún motivo duda de mi hipótesis estimado amigo, siéntese en un bar y espere a que una mujer le invite un trago. (Este párrafo se limita al perímetro territorial de la llacta ecuatoriana. Las bases y condiciones no aplican, o aplican de forma diferente en otros países. Para más información, contáctese con su agencia de viajes más cercana o su coyotero de confianza).

Como puede ver, las mujeres gobiernan el mundo mi estimado lector. El luchar para recobrar la hegemonía masculina, al momento, es dar patadas de ahogado. Puede que usted tenga testículos, pero hoy, ellas son las de los huevos.

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