lunes, 12 de marzo de 2012

Los Actores


Ya saben. Esas personas que por falta de interés en representar su propia vida, se sienten obligados a representar la de otros. Los admiramos, nos vestimos como ellos, adoptamos su “look”, vemos sus películas, fantaseamos con estar con ellas/ellos en la cama (o la superficie de su elección) o en las páginas de alguna de esas revistas que nos muestran a los mortales (nosotros) codeándose con los dioses del olimpo (ellos/ellas). Revistas de sociedad les dicen.

Ellos tienen al mundo a sus pies, por una sola razón: Saben mentir. Punto.

El hacer creer al resto que ellos no son quienes son, y que de hecho son mil personas más los hace los mayores mentirosos del mundo. Por ejemplo Johnny Depp no es Johnny Depp. Él es Eduardo “manos de tijera”. Él es el agente Shedon Jeffery Sands en "El Mariachi" (pésima traducción de película por cierto). Él también es Sir James Matthew Barrie en “En busca de Nuncajamás” y Willy Wonka. Él es un barbero asesino en “Sweneey Todd” y un camaleón (literalmente) en “Rango”. Y podría seguir con la lista, pero sobre todas sus máscaras, el és y será por los siglos de los siglos, el gran capitán Jack Sparrow. Como pueden ver, los actores y sus personajes mienten más que los políticos y la prensa corruggggta. Y nos encanta que lo hagan. De hecho hay un evento anual, en el cual se premia a aquel que nos engañe mejor. Creo que al que inventó ese show le dicen Óscar.

Todos queremos ser Johnny Depp y conquistar océanos, John Travolta y quedarnos con la mejor del colegio, Al Pacino y matar unos cuantos hijos de puta con “tu pequeño amigo” , Julia Roberts y conquistar al millonario/guapo/buena gente, o Sylvester Stallone y hacer patria ametralladora mediante. Puede que no vayamos a aparecer  en otro video que no sea el de la fiesta de cumpleaños de la sobrina, pero todos somos actores. Que no nos paguen montos exorbitantes de dinero para mentir, no quiere decir que no lo hagamos y a veces con gusto. Muchas veces actuamos nuestro paso por la vida, puesto que es mucho más divertido ser esas otras mil personas que ser solamente, nosotros.

Nosotros los hombres actuamos por 2 razones: Porque queremos aparentar lo que no somos, generalmente para conquistar a quien actúa a “hacerse la difícil”, o porque queremos salir de un lío, generalmente ocasionado por la que “dejó de hacerse la difícil”.

En las mujeres es más complicado el asunto. He tomado un extracto de “Monstruos y Mujeres” de Marcela Ribadeneira (@VictoriaJoa) para visualizar mejor el panorama: “Vivimos en un culto a la restricción de las formas. Y está claro que la homologación de las mismas ha existido siempre; pero mientras otros instrumentos de tortura han sido erradicado, o al menos entrado mayormente en desuso, los corsés, las fajas “moldeadoras”, los panties “levanta colas”, los “push up bras”, las panty medias “full soporte”, las bases bronceadoras, las cremas blanqueadoras, las permanentes alisantes, las permanentes rizadoras, los lentes de contacto de colores (…) siguen en pleno auge y crecida.” (Pueden ver el texto completo aquí: http://matrioska8.blogspot.com/2012/03/monstruos-y-mujeres.html )

Todos estos “aditivos” para que el producto genérico (que no lo es) sea mucho más apetecido por el consumidor, resultan siendo los jalapeños del género femenino en cualquiera de sus presentaciones. (Comida mala, con ají…)

Claramente, porque somos muy chéveres (o muy cojudos) nos hemos impuesto reglas tácitas que nos generan al final un molde que debemos llenar. Ser la mejor versión de nosotros mismos para poder, finalmente, ir a recibir una pequeña estatua dorada imaginaria que nos premiará por haber mentido de mejor manera, causando el menor daño posible. Actualmente actuar, es un requisito, no un talento.

¿La moraleja?

Sé tu mismo… y retírate de la alfombra roja, si’l vous plait.

1 comentario:

  1. Al decir lo del jalapeño, quieres decir que no sirve de mucho, puesto que comida mala es comida mala aún con ají? Lo pregunto porque no como ají, en serio, no sé.

    Ahora, desde abajo de la faja, el alisado brillante, el maquillaje perfecto, te digo, no hay mucha opción. (Es decir, una puede salir cara lavada a la calle y ser buena gente, pero no sirve).

    En algún momento decidí dejar de fingir que soy mejor de lo que soy, por ejemplo fumando en citas aunque la persona con la que salgo no fume, que me conozca como soy, pero ahí se contradice mi norma de respeto, de no incomodar al otro con algo que puede resultar desagradable. No llegaré a ser Penélope Cruz, ni encontraré un Jason Statham en el camino, quizá todas las cosas que hacemos actuando que somos geniales, es un intento real de ser mejores, la faja está ahí por una razón y no es únicamente estética, pero eso es más complicado de explicar.

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