jueves, 29 de marzo de 2012

Cuenta regresiva

No puedo decir que han sido incontables las veces que intentado decirte esto, puesto que las puedo contar y no son más de 10. ¿O eran más de 15? No importa, el punto es que no son incontables ¿Por qué lo hago ahora? Misterios de la vida, supongo. El punto es que aquí estoy, contándote algo que lleva, ya algún tiempo marinándose en pensamientos que deben estar caducos. De ahí tal vez, la pestilencia de ellos.

Mis ideas son confusas al intentar contarte algo que intento explicar, y que sin embargo no sé como terminará. Muchos al sentirse como yo, componen canciones, se tiran lo que venga, realizan una pintura, devoran 2 litros de helado, se pegan un tiro o esperan pacientemente a que el tiempo lo cure todo. Otros, lo escribimos con la esperanza de arrancar lo que sentimos, bueno o malo, y pegarlo a una hoja con tinta permanente para que no pueda abandonar la página en la que intentamos sepultarlo. Hoy, no escribí nada, puesto que el viento solo se lleva las hojas, no las palabras. 

Supuse que el intentar escribir lo que te quiero decir, solo hubiera hecho que la hoja se rompiera. No conozco un esfero que soporte el peso de un grito. Y a pesar de eso sigo creyendo ciegamente que una oración se va a llevar lo que un vaso de whisky no pudo.

Mírate. Jamás imaginaste encontrarte en esta posición. Tan lejano de lo que suponías, ibas a ser. Tan ajeno a tu proyección. Pero dejemos de hablar de tí, porque el que ha venido a decir algo soy yo. ¿Hace cuanto no nos vemos? Ya no puedo recordarlo. Y bueno ¿qué importancia tiene el tiempo, cuando la vida es eternamente corta? No gracias, ya lo dejé. ¿Un whisky dices? Seguro. ¿12 años? Debe ser una ocasión especial, porque usualmente bebes whisky de mierda.

Como te iba diciendo, gran parte del tiempo que he pensado en contarte esto, ha sido cuando he estado con un par de tragos encima. Adentro quise decir. A pesar de que sabes que odio que me corrijan, te lo agradezco. Si hubiera sido otra persona, le reventaba el vaso en la cara. Por supuesto, primero me lo bebía, ya me conoces.

Pensé en ir a su casa, sabes. Lo sé. Fue un momento de locura. Al final no lo hice. No porque no pudiera, ya que puedo salir de aquí cuando yo quiera, sino porque ya es tarde. Si el solo hecho de poder coordinar un par de palabras cuando estaba frente a ella era complicado, no puedo imaginar el intento de darle un sentido organizado a las diez, cien, ¡mil! Sí, ¡mil ficciones! que deambulan por esta cabeza tan propia y tan ajena al tiempo.

Es frustrante el tener que olvidar los años de la composición de la cordura, como requisito para empezar a vivir. Como si un perro luego de años de aprender trucos y mandos, entienda que no necesitaba dar la pata para disfrutar de la vida. Pero nadie lo entenderá hasta que se pregunten la razón por la que dan la pata. Ladridos más, ladridos menos y creen que se entienden. Hasta incluso creen que se enamoran, se pelean, hacen guerras entre ellos, hacen las paces, etc. Jajaja. Como si "hacer la paz" fuese un atributo humano. Como si el hombre hubiera hecho algo en su vida más allá de tirar piedras a los de arriba, tirar escupitajos a los de abajo y si tiene suerte, tirar lo suficiente. Guau, guau. Punto.

Escúchame. Nosotros, los hombres juramos ser el centro del universo. Le metemos esa mierda en el cerebro a todo niño y niña que viene al mundo por error de cálculo, o error de concepto. Les decimos lo especiales que son, y lo valiosas que son sus vidas para dios. No estoy diciendo que lo haya, pero en caso de que sea así, ese dios no estaría repartiendo la suerte al azar. O crees que tú, que ese dios está diciendo "Tú tendrás una buena vida, tu no. Tú nacerás sano, tú no. Tú vivirás por largo tiempo, tú no". Esa balanza entre lo divino y lo terrenal, entre el destino que nos depara y el camino que creamos, siempre va a caer por el lado de la culpa, y ahí no hay competencia, pues el monopolio de la fé está escrito en piedra y no con palabra divina, sino con sangre. ¿Tú crees que fue un plan divino lo que nos pasó a tí y a mí? ¿Crees que dios nos ama, y que nos tiene preparado un gran festín al final del túnel? Espera sentado, pues tus piernas se volverán polvo antes de que logres siquiera ver el inicio del túnel. ¿Y qué hay de ella? Nadie viene con garantía contra defectos de fábrica. Es lo que hay mi amigo, el milagro de la vida viene con letras pequeñas. El milagro de la vida es un puto electrodoméstico chino.

Creo que me apasionado sobre un tema que no viene al caso. Disculpa mi sobresalto.

¡Ya lo recordé! Son 16 años que no nos vemos, y aunque has cambiado mucho desde la última vez que te ví, no podría confundirte jamás. Canas más, canas menos. La barba te sienta bien. El cabello largo igual. Aunque lo neguemos, el perder vida ante la muerte, nos vuelve más atractivos día a día, puesto que somos productos con fecha de inicio desconocida, y fecha de fin estimada. ¿Y qué hacen las personas con algo que está próximo a caducarse? Pues se lo comen lo antes posible. Amigo mío, la fecha de caducidad es previa a la vejez terminal. Si la vida fuese justa, uno debería morirse cuando ya nadie quiere comerte, ni tu puedes comerte a nadie. Estoy hablando metafóricamente, por supuesto.

Para no alargar el asunto, ya que me tomó mucho valor el finalmente venir a verte, te diré lo que vine a decir. La vida ha pasado, el mundo ha dado muchas vueltas y el tiempo jamás se detuvo por más que le imploré que lo hiciera. Aún siento su tibio cuerpo, enfríandose en el asiento de al lado. Aun tengo el ensordecedor ruido de las llantas. Luego del metal. Luego llantas, metal, metal ¡metal, metal, metal! ¡Silencio! El sonido del perpetuo silencio retumbándome en los oídos, despertándome en aquellas noches en las que Morfeo se burla de mí. Aún huelo la gasolina, los asientos de cuero, el perfume channel #5, el smog, el whisky de mierda... el miedo. Aun puedo sentir su cabello húmedo por su sangre y mis lágrimas. ¿Has escuchado esos gritos en la mitad de la noche, en la mitad del día pronunciando su nombre? Esos gritos que viajan al pasado, buscando abrir una brecha que me es imposible cerrar. Son mios. Yo sé que lo sabes, pero necesitaba decírtelo. Necesitaba verte a la cara y decírtelo. Necesitaba ver tu expresión. Ver si la culpa se había borrado con los años. Y ahora que veo que no ha sido así, me alegro mucho. Me hace feliz el ver que tantos años luego, sigues sufriendo, porque el perdonarte es algo que no voy a hacer. Tú la mataste, hijo de puta. ¡Hijo de mil putas! Y por tú culpa, yo estoy aquí, lleno de ira y vacío al tiempo. Por tu culpa, estoy aquí, lleno de nada. ¿A donde crees que vas? No te puedes ir aún, porque esto no se acaba hasta que yo digo que se acaba. Y ¿sabes algo? una muerte no es suficiente castigo para ti. No, no, no... No lo es. ¡Cállate! Sabes que odio las interrupciones. Ahora abre la boca, y cuenta hasta tres... ¡No! Mejor hasta diez, odio los números impares, más aun los primos. Empieza...

10

9

8

7

6

5

4

3

2

1...


*Sonaron 2 tiros. Los guardias revisaron todas las habitaciones. Estaban todos los internos, excepto uno. Lo encontraron tirado en el baño, con una bala en la cabeza. La otra, se encontraba en la mitad de uno de los espejos.

Fin

3 comentarios:

  1. Solo un consejo, tómalo o déjalo. El fondo distrae mucho de la lectura, el contraste de la fotografía hace que no se pueda apreciar la lectura. Si te gusta la imagen desenfócala o pon una que no tenga tantos detalles.

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    1. Me lo habian dicho ya, pero por terco lo mantuve. Hora de cambiarlo. Gracias.

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